Hay quien asegura que elecciones también las hay cada día en la tele. Lo afirman los grandes directivos y productores de las cadenas. Dicen que se vota con el mando a distancia, y que es un voto cómodo: basta con apretar un botón. Es una ilusión, naturalmente. En el mando de mi televisor hay 10 botones. Combinándo

-los, se pueden sintonizar 100 canales tranquilamente. Casi todos conducen a la miseria. Y sólo hay uno que libera: el que desconecta. El sábado, para los que no querían Eurovisión, había el recurso de Salsa rosa (T-5). Cayó en el programa Andrés Pajares. Una caída en picado, no podía ser de otra manera. El artista pretendió salir al paso de una negra historia que circula sobre él y Eva, una hija biológica que, tras 31 años de silencio, ha brotado de repente. Le decía el presentador que hay unas fotos en las que se les ve a ambos en una actitud que sugiere algo más que el normal afecto paterno-filial. Y hurgaba en el tema. Un asunto perro.

Pajares, después de advertir que los que propalan este infundio "son unos malvados hijos de...", intentó, con buen criterio, sacar una brizna poética del estiércol. Dijo: "Hace 32 años yo estaba en Mallorca. Mi primera mujer se encontraba en estado terminal. Me enamoré de una bailarina llamada Lola. Tuvimos una noche de amor. Quedó embarazada. Nunca supe cuál era su apellido hasta ahora".

Es una historia hasta hermosa. Lo sería más si no surgiera del fondo del basurero.