Tras su incursión en la guerra de Siria e Irak, Jordi Évole prosigue hoy la temporada con una entrega dedicada a un hueso duro de roer, Nicolás Maduro. Salvados (La Sexta, 21.20) llega con mucho ruido antes y después de la grabación del encuentro, en el Palacio de Miraflores, sede del gobierno de Venezuela. Antes, porque fue el propio presidente del país el que anunció la entrevista con Évole tras recibir un vídeo suyo con la petición; y después, porque el mandatario se quejó del cuestionario al que el periodista catalán le había sometido. «Fue como si estuviera en Guantánamo», dijo.

«En la distancia corta es cordial y amable, muy buen conversador», comenta Évole, «sorprendido» por la arenga del líder chavista. «Forma parte del mundo Maduro», añade. «Obviamente, cuando empecé a entrar en materia, hubo muchas preguntas que no le gustaron, y tal vez no está acostumbrado a que le pregunten según qué cosas», piensa.

El periodista asegura que no hubo ningún tipo de condición previa para la conversación ni por parte del entrevistado «ni de la oposición venezolana ni de los más antigobierno». Así, en el cuestionario -según Maduro, con «98 preguntas envenenadas y dos medio suavecitas para disimular»- aparecen temas como la escasez de alimentos y medicamentos -el presidente se refiere a ello como «vulnerabilidad alimentaria»-, la represión en las protestas de la oposición y los presos políticos.

Salvados recorrió durante cinco días San Agustín, uno de los barrios más humildes de la capital. «Pude hablar con gente que había sido muy chavista y que ahora está muy desencantada», explica Évole. Algunas de esas conversaciones son las que el periodista le muestra, en su tableta, a Maduro a lo largo del programa, grabado con una iluminación muy tenue y solo acentuada por los retratos de Simón Bolívar, figura esencial en la historia de Latinoamérica.

Historias de la gente

«A Venezuela se la utiliza políticamente para desprestigiar. Si nos preocupamos realmente por el país, intentemos preocuparnos por las historias de la gente que lo pasa mal», reflexiona. Y esas vivencias son las que nutren la primera parte de la emisión, en la que Évole comparte un café y charla con tres vecinos.

También en esos primeros minutos interviene la periodista Alicia Hernández, que constata que el interés en la prensa española por Venezuela ha aumentado en los últimos tiempos «coincidiendo con la irrupción de Podemos».

La política interna, la dependencia del petróleo, los líderes con los que Maduro tiene más o menos afinidad y la situación de España con Cataluña son otros de los temas tratados. En la cuestión de si Venezuela reconoce la independencia de Cataluña, el mandatario escurre el bulto. «Es la pregunta más provocadora que me has hecho hoy», responde al periodista.

Pero, ¿tenía gato encerrado la cita en Miraflores? «Seguro que sí -expone Évole-; pero eso pasa con todas las entrevistas. Rajoy, Puigdemont y cualquier otro líder político siempre buscan el momento y la situación, aunque como a Maduro le pregunté lo que quise, no tengo ningún problema con ello». Ni con esto ni, a tenor del resultado -que dará para dos emisiones-, con las 30 horas que tuvo que aguardar a su interlocutor, aunque las esperas «desesperan».