En la segunda entrega de Corazón abierto (jueves por la noche, Tele 5), el famoso investigado fue Alessandro Lecquio. No podían haber elegido mejor. Este muchacho lleva 12 años viviendo en España de las exclusivas que genera su bragueta, y hay que reconocer que un prodigio semejante es tema. En casa nos tragamos toda la sesión con gran recogimiento y ganas de aprender. Atraído por el anzuelo que le tendieron (anfitrión de un reportaje por Roma), fue desgranando confidencias cuando se tomaban refrigerios en selectos establecimientos gastronómicos. Y como ya se sabe que durante una buena pitanza la lengua se suelta, el braguettone nos dibujó con la suya el mapamundi de la pornojet que él frecuenta. La familia de la duquesa de Alba, las vamps Obregón, Dell´Atte, Moldes y Mar Flores, algunos periodistas de este ambiente y diversas criaturas de la serie B del famoseo fueron convenientemente adjetivadas con descalificaciones y menosprecios, amén de iluminarnos sobre el tráfico de dinero negro que las exclusivas y montajes generan. Aunque esta película nos ilustró, es muy posible que lo mejor fue lo que no vimos. Es decir, lo que seguramente se cortó para que Lecquio aceptase ir al programa. A pesar de ello, y por fortuna, no eliminaron un lance muy bueno. Fue cuando conversaron --con cámara oculta-- con una antigua asistenta de la Obregón y Lecquio, cuando ambos eran pareja. Relató que las noches en que Ana iba a TVE a presentar el programa ¿Qué apostamos? , Lecquio la ponía a ella delante de la tele y le decía: "Tú aquí. Te tragas el programa, entero. Y luego me haces un resumen". Insuperable estrategia. En lugar de tragarse el infumable ¿Qué apostamos? , obligaba a hacerlo a la asistenta.