--¿Qué nos espera en este capítulo final de El internado?

--Mucha tensión para el público y dudas de si habremos sido capaces de cerrar y solucionar la serie con un final decente y bueno después de todos los frentes que hay abiertos.

--Hasta la fecha ya se han producido unas cuantas bajas en la trama-

--Mueren personajes muy importantes. El público se va a llevar muchas sorpresas y va a llorar mucho.

--Uno podría ser Iván (Yon González). ¿Cómo acabará la relación entre Julia (el personaje que usted interpreta) y él?

--Lo que ocurre es tan importante y peligroso que priman los buenos sentimientos. Cuando quieres tanto a una persona y estás en una situación tensa, te olvidas de los malos rollos y sabes que el final, para bien o para mal, está muy cerca.

--Usted es una de las mujeres más envidiadas entre las jovencitas. ¿Qué le dicen las fans de Yon?

--Me preguntan cómo besa, cómo es eso de tocarle los brazos... Todo el mundo sabe que esto es mentira y que Yon tiene su vida y yo la mía, pero la gente se piensa que cuando te estás dando un beso o hay una escena un poco más subida de tono es como si lo estuvieras haciendo en tu casa, y no es así. Entiendo que puedan tener un poco de envidia, porque es un chaval que está de muy buen ver, pero es una cosa profesional.

--¿Cree sinceramente que la serie El internado tenía que acabarse ya?

--Honestamente, sí. Antena 3 y Globomedia fueron muy valientes a la hora de tomar una decisión en un momento en que la serie tenía mucha audiencia. Este tipo de historias corren el peligro de caer en un pozo sin fin, de enredar lo imposible.

--¿Qué le ha aportado a su carrera como actriz el papel de Julia que hace en la serie?

--Muchas cosas. No puedo desvincular el personaje de la serie porque para todos ha supuesto una cosa muy importante. Yo entré con 18 años recién cumplidos y casi no había trabajado en nada. Ha sido un aprendizaje enorme: he crecido, he madurado y me he hecho muy independiente.

--¿Qué tal fue la última grabación?

--Me dio rabia, porque yo iba con muchas prisas. Tenía que coger un avión. Me tocó grabar el último plano de la última secuencia. A todos nos hizo mucha impresión y me puse a llorar. Fue como una sensación muy rara de vacío.

--Y de la pequeña pantalla, a chica Almodóvar. ¿No le da un poco de vértigo?

--Sí. Cuando lo piensas detenidamente, da miedo, pero hay que mentalizarse: si sientes tensión te anulas y no eres capaz de hacer nada.

--¿Cómo ha sido la experiencia junto al realizador manchego?

--Espectacular, aunque no puedo explicar nada. Es una gran persona. He aprendido mucho.

--Aseguran que es un tipo muy duro...

--Sí, es muy especial. Hay que pensar que en un rodaje todo el mundo está sometido a una presión terrible por todas partes, y él todavía más.

--Ha trabajado junto a Antonio Banderas, ¿qué le ha supuesto?

--¡Si es que es una persona normal! A él le gusta reírse, salir a cenar un chuletón... El problema es que no lo puede hacer con normalidad.