Es de Tarrasa y tiene 23 años. Miguel Núñez Pozo, conocido artísticamente como Miki, será el representante de TVE en Eurovisión. Hace nueve meses era un desconocido, pero en unos días lo verá actuar una audiencia estimada de 200 millones de telespectadores en todo el mundo. Es una de las grandezas del festival. En la final del certamen defenderá junto a tres bailarines y un par de bailarinas La venda, canción de Adrià Salas. La cita será el próximo sábado, 18 de mayo, pero días antes de viajar a Tel Aviv, contaba que estaba preparando la actuación.

-Los días previos al festival deben de ser una locura...

-Si estoy en Madrid, un día normal es levantarse entre las 7.30 y las 8.00, ir a hacer crossfit con los bailarines y bailarinas con quien actuaré en Eurovisión y de 11.30 a 12.00, vamos al ensayo, hasta las ocho de la noche. Y si hay promoción, me levanto, voy al gimnasio con los bailarines y después, hacemos promo durante todo el día.

-¿Cuatro horas de ‘crossfit’?

-Crossfit porque todo lo que habrá en el escenario requiere muchísimo movimiento; la canción es muy movida y hemos de coger mucho fondo. A mí ya me gusta comer sano y hacer deporte. Antes de entrar en la Academia y Eurovisión, ya lo hacía, pero ahora, ¡con más razón!

-Ensayan ocho horas al día, ¿no le acaba aburriendo la canción?

-Aún no me ha pasado. Es una canción que me gusta mucho; tengo la suerte de que voy a Eurovisión con un tema que me representa, es mi estilo. Y aunque la toquemos bastantes veces, cuando uno se desanima, está el otro que le dice: «¡No, venga, va!» De ensayar, obviamente que sí; después de ocho horas, no puedes más…

-La dirección artística de su actuación la lleva Fokas Evangelinos, que ya ha trabajado en Eurovisión. ¿Qué tal la experiencia con él?

-Tengo mucha suerte. Desde el primer día no ha querido que hiciésemos nada con lo que no nos sintiéramos cómodos. Me dijo que había estado mirando vídeos míos en la Academia, que había estado estudiando mis movimientos mientras comía, mientras cenaba, mientras actuaba… Para crear una coreografía que fuera natural.

-¿Y cuál es el mensaje?

La gente, aunque no entienda el castellano, sabrá de qué va la canción, ¡y esto es muy guay! La venda es muy fresca, divertida, mediterránea, bailable... Y tiene un mensaje muy claro: que hemos de empezar a querernos más a nosotros mismos y dejar de pensar si los otros nos quieren. ¡La venda ya cayó! ¡Que se te caiga la venda! Abrir los ojos y darte cuenta de que en la vida no solo hay un camino bueno y otro malo, sino que hay un único camino, y es el que elijas. Es lo que a ti te gustaría vivir, dejando de lado prejuicios sociales y lo que no tiene importancia si antes te quieres tú mismo. Es como España metida en una canción.

-¿Ha pensado en cómo será actuar ante unos 200 millones de telespectadores?

-Antes de dormir repaso los movimientos para quedarme tranquilo en plan ¡todavía me acuerdo!, Hay nervios, claro. Serán tres minutos de gloria; tres minutos en los que habrá 200 millones de pares de ojos mirándome, y he de demostrar que estos tres minutos habrán servido de algo.

-¿Es un seguidor del festival?

-¡No!, ¡ni de coña! Si digo que soy eurofán, sería un insulto para los que lo son, porque se saben incluso el pie que calzaba la serbia el año 1986, por decir algo.

-¿Teme quedar en mala posición?

-¡Qué va! Me da miedo volver sin estar satisfecho conmigo mismo. Es decir, con la sensación de ¡mierda, no lo he hecho todo lo bien que podía hacerlo! Pero bueno; por eso estamos ensayando 50.000 veces cada día; para que no pase.