Qué tal ha ido la convivencia con el papel de doña Pura?

--Ha sido muy bonita, porque entrar en una serie de éxito, cuando la ves como espectadora y nunca piensas que vas a estar ahí, es una responsabilidad enorme. Entré de puntillas, porque el equipo ya llevaba mucho tiempo trabajando junto, pero desde el primer día me sentí muy bien acogida, muy escuchada y como si llevara con ellos toda la vida. Los voy a echar de menos.

¿No es prematura la muerte de su personaje?

--No, porque estaba pensado así desde el principio. Mi defunción ya estaba prevista, ya que sirve para que el niño que cuenta la historia asista a su primera muerte, lo que es una experiencia importante en la vida. Ha quedado muy emotiva, porque se expresan mucho los sentimientos de un momento así.

¿Recurrió a sus recuerdos para construir su papel?

--El personaje estaba ya muy bien construido en el guión. Me lo encontré todo hecho. Me puse el personaje de fuera a dentro.

¿No cree que su doña Pura debería haber aparecido antes?

--No, sinceramente, porque es una suerte entrar en una serie que está consolidada. Sentir que no eres necesaria, pero que puedes ser una granito importante, es también muy gratificante. Y marcharte con un personaje tan vivo también lo es.

¿No da vértigo que el trabajo que uno hace lo vean siete millones de personas?

--Es tremendo, porque hay que ver la reacción de la gente. Hace unos días, en un bar, una mujer estaba haciendo unas rosquillas, y cuando me reconoció me regaló un paquete para mis nietos. La gente me ha demostrado un cariño enorme. Yo antes pensaba que en España estaba en mi país, pero ahora me siento como si estuviera en mi casa.