Joaquín Prat es hijo del periodista homónimo, uno de los presentadores más populares de la radio y de la televisión en España, fallecido en 1995, cuando él justo llegaba a la veintena. Ahora, con 33 años, presenta de lunes a viernes a las 17.30 horas el magacín de tarde Visto y oído , junto a Raquel Sánchez Silva, en Cuatro.

--¿Es consciente de que su nombre suena, pero que la audiencia aún no le conoce?

--Perfectamente. Puedo decir que soy un enamorado de mi profesión y que llevo trabajando desde que salí de la facultad. Primero busqué entre los que eran amigos de mi padre, aunque tengo que decir que no tuve mucha suerte. Y después pedí hacer prácticas, como becario, con Iñaki Gabilondo en la cadena SER. Y ahí he estado durante ocho años, haciendo de todo, desde sucesos a las elecciones de Estados Unidos, las que ganó George Bush a John Kerry.

--¿Nada en televisión?

--La televisión es un mundo nuevo para mí. Solo había hecho una cosita, de lo más cutre, en Canal 9, junto con Nuria Roca, un programa de fin de año que reemitieron al año siguiente, cambiándole solo el número. Ahora colaboro con Javier Cárdenas en El octavo mandamiento, de Localia Televisión.

--¿Cómo le llegó la oferta de Cuatro para Visto y oído?

--Me llamaron para hacer unas pruebas, a las que me presenté sin presiones de ningún tipo, y me eligieron. Cuatro me permite compaginar el nuevo programa diario con lo que hago en Localia TV y con la flexibilidad de la radio, ya que mantengo algunas colaboraciones en la Cadena Dial y en programa de las mañanas de la SER Hoy por hoy , que dirige Carles Francino.

--¿Ha notado el cambio de medio, de la radio a la tele?

--La tele es un medio que estoy descubriendo. Aún me sorprenden cosas como tener un camerino, un ayudante de producción, una estilista o no participar en alguna reunión preparatoria. Son cosas chocantes...

--¿La herencia de su padre juega en contra suyo?

--No, no. Es un hándicap, porque mi padre tuvo un gran éxito en la televisión y me dejó un listón muy alto, pero no lo veo como una sombra, sino como un bagaje. No creo que el oyente o el espectador me compare con él. Sí espero conectar con la mayor parte de la gente.

--¿Alguna receta en especial?

--Una, fundamental: la humildad. Es algo que me dijo mi padre. En la época de mayor popularidad, la de El precio justo, mi padre me enseñó a tener el mismo trato con el conserje, la maquilladora o el productor. Es una lección de vida, más que profesional. Has de saber siempre dónde está tu sitio.

--¿Y en lo profesional?

--La naturalidad. También me decía que, para que la gente te quiera, has de querer a la gente, mantener la cercanía en el trato con quien te ve.

--¿Le preocupa la audiencia?

--No, no me preocupa. Mis compañeros me dicen que ya me acostumbraré, ja, ja, ja.