Cada entrega de Cazadores de hombres (A-3 TV, 22.15 horas) cuenta una historia paralela a la persecución de la protagonista, la policía Ana Leal (Emma Suárez), del asesino de su familia, siempre con un actor o actriz de prestigio haciendo de criminal. Esta noche Jorge Sanz interpreta a un asesino al que deben capturar los agentes del grupo de búsqueda de fugitivos.

--Parece que interpreta a un personaje de cuidado...

--Y tanto. Es un tío muy especial, muy malo. Un hombre que mata a su mujer y a sus hijos para poder cambiar de vida e irse con otra. Es un personaje muy oscuro, muy gris, aunque con dos caras muy diferentes: por una parte es muy familiar con su nueva esposa e hija, por otro, es un asesino calculador.

--¿Le había tocado alguna vez un personaje tan oscuro?

--De este calibre nunca, no había llegado tan lejos. Los actores siempre tendemos a justificar de alguna manera a los personajes que hacemos, pero este no tiene justificación posible.

--¿Cómo afrontó el reto?

--El truco es interiorizarlo mucho y no establecer ninguna complicidad con el público. Con este tipo de personajes tiene que ser el público el que le ponga la guinda, y el actor no debe gesticular mucho ni hacer grandes aspavientos. Es la propia historia la que da peso al personaje y el espectador se debe imaginar lo malo que es.

--¿No intenta el actor que el público se identifique con su personaje?

--No necesariamente. El actor tiene que conseguir que el público entienda a su personaje, que cuando son agradables y simpáticos resultan de identificación muy fácil, pero cuando haces personajes malos no hay forma de justificarlos.

--¿Ha sido esa maldad la que le ha hecho atractivo para usted?

--Es un personaje muy potente, que como actor me permite dar un paso más. Además, estoy en un momento en el que no busco personajes con los que pueda simpatizar con el público, sino que me apetece hacer personajes lo más extremos posibles.

--No es un habitual de la TV, ¿qué tal se lleva con el medio?

--Es un poco como la del Guadiana, que aparece y desaparece, pero la televisión es un medio que me gusta, con un público muy exigente y en el que hay que afinar mucho como actor.

--He leído que le gustaba más hacer comedia que drama...

--Sí, pero en este caso no había sitio alguno para la comedia. Al revés, cualquier intento de ir por ese camino hubiera sido contraproducente.

--¿Y el resultado?

--Muy satisfactorio. Ya había trabajado con el director, José María Caro, y la sintonía ha sido absoluta. Es un director muy eficaz y da gusto trabajar con él.

--¿Tiene algún otro proyecto televisivo en marcha?

--A no ser que me suelten de la cárcel, no volveré. Y no parece que sea el caso, porque con este papel me va a caer una buena condena.