«Más que ganar, lo que importa es quedarte con la satisfacción del trabajo bien hecho». Es el objetivo número uno de Miki Núñez en vísperas de la gran final del Festival de Eurovisión. Pero el artista es sincero: «Quizá digo esto para quitarme presión por si quedo último... ¡pues no pasa nada!».

Mientras llega la Hora H, Miki sigue inmerso en una dura rutina de trabajo y promoción ante los medios y los fans. Hoy, por ejemplo, tiene un último ensayo sobre el escenario del Pabellón 2 de la Expo Tel Aviv, cinco horas antes de que empiece el festival. Su equipo artístico también le ha programado sesiones de preparación en el hotel de concentración, ubicado en el paseo marítimo de Tel Aviv.

En la agenda de tareas obligatorias, también están los ejercicios rutinarios de calentamiento y cuidado de la voz, vulnerable por el contraste entre las temperaturas veraniegas que hay en Tel Aviv y los equipos de aire condicionado. Eurovisión exige dedicación y disciplina. Miki ya lo ha descubierto: «Esto es la cosa más cansada que he hecho en la historia de mi vida, pero también es lo más reconfortante, porque todo lo que me aporta son cosas buenas». Consciente de lo dura que será la competencia para ganar el Festival, el artista español apuesta claramente por la canción de Suecia: «La tengo todo el día en la cabeza», declara. Y si no es John Lundvik el elegido, también apuesta por el italiano Mahmood o por francés Bilal Hassani. No obstante, no descarta dar la campanada, porque «puede ganar cualquiera de los que nos hemos presentado».

El mensaje de su tema La venda, además, es muy optimista porque reclama que acaben los prejuicios: «Yo mismo los tengo cuando voy por la calle, aunque mi madre siempre me dice que no juzgue antes de conocer, pero es difícil», reconoce.

El intérprete no se ha cansado de destacar el ambiente de camaradería que se ha generado en el equipo artístico y técnico de este año. Tanto que «¡cuando acabe todo esto tenemos que irnos los 30 a una isla desierta de Grecia con Fokas Evangelinos, nuestro coreógrafo, a beber mojitos y a estar tranquilos!», dice. Y es que Miki asegura que si pudiera cambiar una sola cosa de toda esta experiencia sería «añadir tres horitas más al día para poder dormir». Pero no lo oculta: le ha cogido el tranquillo, «viendo cómo va todo esto, que es un mundo que me está gustando», no descarta implicarse en el futuro en un nuevo proyecto eurovisivo, como compositor o incluso como intérprete.

En Tel Aviv, Miki ya está recibiendo el apoyo en pleno de su familia. Tampoco le faltan ánimos de sus compañeros de curso en la Academia de OT, que según Miki aún están discutiendo en casa de quién van a ir a seguir en directo la final del certamen.

El artista explica que lo primero que hará cuando acabe la aventura eurovisiva será quedar para cenar con ellos; «para celebrarlo ¡o para llorar!».

¿Y lo siguiente?: «Grabar el videoclip de mi single». Y es que «hace un mes entregué a Universal las 22 canciones que tenía compuestas. Luego, entre todos, elegiremos 12», que son las que se incluirán en su primer trabajo discográfico.