Han expulsado a Matías (Gran hermano , Telecinco). ¡Ah!, qué personaje, qué elemento, que fenómeno perdió la ratomaquia el jueves. Este pibe ha sido el alma de esta jaula. "Un corazón con patas" dijo de él el rupestre, el buenazo, de Pedro. "La alegría de la casa" le llamó un día Desirée. La verdad es que Matías Fernández ha conseguido cautivar a todo el mundo. Ejercía --como buen windsurfista que és -- básicamente en el jacuzzi . Recibía a las ratoncitas sumergido en la palangana con burbujas, y allí, cálido y húmedo, les cantaba las milongas más hermosas, las acariciaba, las mimaba, les daba lengüetazos, y era tanta la pasión que transmitía que las mas tremendas fortalezas femeninas, Rocío e Inma, fenecían literalmente de placer ante las delicadas notas que brotaban de ese sensacional bandoneonista argentino. Cuando llegó al plató, Merceditas le entregó un cuchillo y un tenedor. Le dijo: "Toma, para que te defiendas de mí". No señora. Le dio los delicados utensilios de la gastronomía para ver si Matías se arrancaba y se la comía, enterita, allí mismo. Por eso, en un momento dado, desembridada totalmente, exclamó: "Te voy a enseñar lo que es un filete", y le pegó Merceditas un beso de tornillo al pibe que del televisor de casa salía humo. Solo le faltó a mi admirada Milá gritar aquello que grita cuando le sobreviene un delirio: "¡Mamá, no mires!".

Cuando acabó el programa, ya entrada la noche del jueves, y la silueta del concursante Matías se perdía camino del circo que ahora le espera en las cuevas televisivas del resto del país, llenas de mineros con palas y picos, apagué las luces y puse aquel tango de Cadícamo, La casita de mis viejos , en la genial interpretación de Juan Carlos Cáceres. Luego puse a César Stroscio, el bandoneón más sublime. Luego el Oblivion de Piazzola... Por primera vez en cuatro años de tremebunda ratomaquia, un ratoncito consiguió sumergirme en la más hermosa melancolía tanguista. ¡Viva Matías!