Primero fue ella, Marisa, contándonos cómo se juega al póquer en un tugurio. Luego fue Alfonso, su marido, denunciando juego sucio. Y ahora, el sábado, los dos juntos en la timba (Salsa rosa , Tele 5). Decía ella: "Tú follando en mi casa, en mi cama, con mi amiga". Decía

él: "Tú no vendiste el chalet, ¡lo tiraste!". Y se empuercó el clima más todavía cuando el marido metió a una hija de por medio, detallando su bulimia. Perro asunto el de estos dos, mezclando a los hijos en su timba. Lo que empezó como una operación publicitaria para vender un libro (ella) y un disco (él), ha acabado en el estriptís de las miserias. Su actitud no nos inculca amor por su literatura. Ni por su música.