Prodigiosa campaña electoral la que está llevando Julián Muñoz, alcalde de Marbella. Ha inaugurado un nuevo sistema de telepropaganda personal realmente ingenioso. Ha conseguido introducir en la batalla municipal su flirt con Isabel Pantoja.

¡Ah!, el resultado ha sido óptimo. Mientras los otros candidatos tienen que albergarse, comprimidos humildemente, en los breves espots gratuitos que les dedican las cadenas, él lleva una semana saliendo en todos los programas, a todas horas.

Ríanse ustedes de lo de Clinton y Mónica. El último éxito lo consiguió el sábado en Salsa rosa (Tele 5). Le dedicaron casi dos horas. En vídeo, o por teléfono, salió toda su parentela. Salió Muñoz circulando por Marbella, salió su doliente esposa Maite, salió Elia, una de sus hijas, salió la Pantoja...

Descubrámonos ante el asesor de imagen de este alcalde que aspira a la reelección. Ha logrado fijar en todos los hogares del Estado un retrato de familia que no lo superan ni aquellos avispados franceses que inventaron el cuadrilátero familiar perfecto: esposo, esposa, amante y perro.

Se horrorizó Pepe Calabuig cuando Salsa rosa pasó, grabado en vídeo, el mitin de presentación de la candidatura de Muñoz en Marbella. Se tiraba de los pelos el periodista al escuchar que el alcalde hablaba, en un acto supuestamente político, de su apasionante affaire sentimental, aludiendo a "un maricón y un vidente" como instrumentos de una confabulación. No se desespere el ingenuo compañero. Lo que ha hecho este listo alcalde de Marbella es ampliar el horizonte del método. La foto del político en campaña, besando niños por las calles, o en la armonía hogareña, es un método periclitado totalmente. Hoy, la tele impulsa una nueva escala de valores. Triunfa el jeta que pega el golpe más sonoro. Mezclar la política municipal con la bragueta podrá ser horroroso, pero no deja de ser un acto televisivamente consecuente.