Triste Navidad la de la ratomaquia Gran hermano (Tele 5). Les ordenaron por la megafonía: "Chicos, ¡el belén viviente!". Y los chicos comenzaron a disfrazarse. Matías, de rey Baltasar. Rafa, llamado el cura o el pájaro espino, de angelito anunciador. Rocío, de pastorcilla. Inma, de rey Gaspar... ¡Ah!, qué cuadro formaron. Pelucas torcidas, barbas que se despegaban, poca convicción en los intérpretes... Ataviados a su aire, con ese ropa de tercera que pusieron a su alcance, más que un pesebre viviente parecían los Traperos de Emaús. La única impecable en ese belén de la jaula fue la cabra. Estuvo sensacional. Ni un balido a destiempo. Ni una mala pose. Siempre en su papel... ¡Ah!, la cabra se interpretó a sí misma de manera ejemplar. La aplaudimos mucho en casa, como antaño aplaudimos en el cine a la famosa mula Francis. No es consuelo, pero resulta gratificante constatar que al menos las bestias nunca nos defraudan. Por lo demás, esa Navidad en la jaula fue de una tristeza descomunal. Echamos en falta en ese belén a Merceditas Milá. Dicen que se está reservando para la noche de Fin de Año. O sea, que esta cadena ha basado toda su programación navideña en la ratomaquia. Es una decisión arriesgada. Los únicos capaces de montar un pesebre en esa jaula ya no están. Eran Sonia y Gustavo.

Un reveillón muy actual --. Bajo el título Atado y bien atado , la teleserie Cuéntame... (TVE-1) ha despedido su segunda fase hasta la próxima primavera. La acción de este último capítulo transcurre en la Nochevieja de 1969. Vuela el confeti. Llueve gaseosa. Y de pronto, en el primer segundo de 1970, alguien grita en la calle: "¡El general Francisco Franco ha palmado!". El reveillón adquiere entoces un clima raro. Los hay que celebran la noticia. A otros se les queda un rictus crispado. Pero todo vuelve a su cauce cuando otra voz exclama: "¡Que no, que no se ha muerto!". Fue inquietante: hubo un instante en que aquel reveillón parecía... parecía actual.