'Siete años', la película que Netflix estrena este viernes, 28, se ha cocinado a fuego lento. La idea original la lanzó hace un par de años el guionista José Cabeza delante de Federico Jusid (compositor de bandas sonoras) yCristian Conti (productor) en una conversación informal de café de sobremesa.

Cabeza les dijo que estaba pensando en escribir una historia sobre cuatro amigos que forman una exitosa empresa y que, en un momento dado y con el agua al cuello, tienen que tomar una decisión drástica y cruel. Jusid y Conti animaron al guionista a escribir la película y ambos se postularon como productores. Conti tiene una dilatada experiencia, pero era la primera vez para Jusid, el músico.

Mas tarde, tuvieron un encuentro casual con Roger Gual en Los Ángeles (EEUU), donde el realizador barcelonés promocionaba su anterior filme, 'Menú degustació', y que se entusiasmó con la idea de dirigir la película.

'Siete años' dura 90 minutos -quizá sería un error que fuera más larga- y no tiene más localización que una oficina. Es una película pequeña que merecía una distribución diferente. Los productores barajaron varias opciones, pero la primera de su lista era Netflix, plataforma de televisión de pago que aterrizó en España el año pasado. La compañía estadounidense aceptó y el equipo, por fin, se puso a rodar.

Un grupo de personas encerradas en una habitación tomando una decisión difícil es algo que hemos visto muchas veces en cine. Aquí, la originalidad es que lo que se están jugando los protagonistas no es un puesto de trabajo (como en El método Grönholm) sino algo más serio. Además, los cuatro amigos y socios fundadores de la empresa no están solos sino que cuentan con un mediador externo e imparcial, un Manuel Morón, que clava el personaje. A lo largo de esos 90 minutos, el espectador conocerá la historia que hay detrás de cada protagonista y verá de lo que es capaz de hacer el ser humano por salvar su cuello.

La intriga y el ambiente claustrofóbico hacen que la película se vea como un tiro. Puede que no estemos delante de un filme perfecto, pero Siete años tiene la grandísima virtud de ser una película que no se olvida rápido. Acompañará al espectador varios días. O semanas.