Sí, señores, ahí le tienen, en medio de Nika y Hugo, como la carabina de Ambrosio. Dolorosa gala de Operación triunfo (TVE-1) la del lunes. Dijo Carlos Lozano, el presentador, al informarnos que el público, la audiencia, había apeado del concurso a Nika: "Hugo está triste. Estos dos son algo más que amigos". Hombre, tú dirás. Entre estos dos canarios flauta había brotado un amor hermoso. Y el presentador Carlos Lozano, puesto en medio, más que unirles, lo que hizo fue escenificar la crueldad que conlleva todo concurso. Dijo Hugo: "Eso no es justo. Tengo un cabreo que te cagas", y a su lado, Nika lloraba en silencio, comprimida en un dolor profundo. Para que se tranquilicen los altos directivos de Gestmusic --que últimamente parece que ven hiel en un compañero que es pura miel--, cabe resaltar el delicado tratamiento que han hecho del amor de esta pareja. Podían haber entrado ahí con pico y pala y, no obstante, las imágenes --al menos las que un servidor ha visto-- han sido respetuosas, blancas, aptas incluso para niños. Celebremos que en esta pajarera de oro hayan dispensado a Nika y a Hugo de un tratamiento limpio. Ya vendrá luego --¡ay!-- su otra empresa de derribos, la famosa firma extraterrestre Basurilla marciana progresista, y corregirá, a la baja, este negocio tan superlativo.

Volviendo a la triunfal operación de este concurso de Televisión Española, queda ahora conformado el siguiente quinteto finalista: Beth, Carrasco, Nández, Hugo, Ainhoa, más un sexto concursante que tendrá que salir de las votaciones que envía el público entre Tony Santos y Joan Tena. Dada la relativa proximidad del Festival de Eurovisión, comienza a ser hora de que el programa llame a José Luis Uribarri a capítulo. Lo sabe todo sobre el magno evento televisivo. Su olfato, acrisolado por décadas de virtuosa dedicación, no falla nunca. Es capaz de adivinar, a cuatro meses vista, cuántos votos nos dará Chipre. Lo de Uribarri es, sencillamente, metafísico.