--¿Qué tal le ha sentado eso de quedarse sin poder hacer vacaciones este año?

--Muy bien, porque estoy disfrutando tanto de este proyecto que eso no me preocupa. Lo importante es trabajar en algo que me haga aprender, crecer y que me motive. Tuve ocho días de descanso entre el torneo de Wimbledon, en Canal+, y El diario. Y desconecté tanto, que me sirvió para cargar las pilas.

--¿Qué le llevó a aceptar la oferta de Antena 3 para sustituir a Sandra Daviú en El diario?

--Me llamaba mucho la atención. Era un registro que nunca había experimentado. He hecho cosas muy distintas, desde galas, entregas de premios, motos, tenis, música... Todo relacionado con el entretenimiento y el deporte. Siempre me ha gustado el contacto con la gente y escuchar a las personas. Estoy aprendiendo muchísimo y me está impresionando gratamente, mucho más de lo que yo podía imaginar.

--¿Y por qué?

--Ya desde el minuto uno en el plató disfruté. Pensé que hasta la segunda semana no pasaría, porque cambiaba de equipo, cadena y formato. Pero cuando salieron los primeros testimonios, una pareja de jóvenes hermanos, la historia fue tan emotiva que pensé que me iba a enganchar mucho y que tenía que mantener la compostura. Desde entonces, ya fue todo rodado.

--¿Y es difícil aguantar el tipo?

--Somos personas, y te sale. Si le tienes que decir a un señor que te dobla la edad que se calle porque le está faltando el respeto a alguien, lo tienes que hacer, aunque es un programa muy dirigido y me siento muy arropada. Y llevo un pinganillo, que es algo que antes solo había usado ocasionalmente.

--En El diario es fácil caer en el sensacionalismo. ¿Cómo lo maneja?

--No sé si soy muy ingenua, pero desde el primer día he alucinado con el respeto con el que se trata a los invitados. Cuando nos reunimos todo el equipo, nunca he oído un comentario de desprecio, porque está muy acostumbrado a ver historias de todos los colores y tipos. Las personas vienen y se desnudan, metafóricamente hablando, y te explican sus cosas, pero es que son ellos los que te están contando todo eso.

--¿Y a usted no le sorprenden?

--A veces no, porque previamente se les ha preguntado por teléfono. Se abre una ficha de cada testimonio y así yo ya sé por dónde pueden ir los tiros. No considero que yo esté haciendo amarillismo.

--El diario se ha visto envuelto en alguna polémica, como el caso Svetlana, en el que una mujer murió a manos de su expareja, en el 2007, tras aparecer ambos en el espacio...

--Todo lo que son cuestiones delicadas se manejan con muchísimo cuidado. El equipo cuenta con un psicólogo y un gabinete médico. Los testimonios pasan 1.000 filtros y se les hacen 1.000 preguntas. Este tipo de temas se eluden totalmente.

--¿El recorte económico le cerró la puerta en TVE?

--Tenía un contrato de presentadora y colaboré en el Mundial de motos. Yo quería seguir por lo menos un año más. Fue una decepción, pero entiendo que yo era un gasto que no podían asumir, y me tocó saltar por los aires. Me dolió bastante, porque desde el último GP de Valencia hasta el día en que me enteré pasó mucho tiempo y no me pude mover, porque daba por hecho que seguía. Pero el balance es muy positivo y no me llevo nada negativo. No guardo rencor. TVE siempre me ha tratado con cariño y le estoy muy agradecida.