--¿Qué le viene a la cabeza cuando oye la palabra "sangre"?

--Me vuelvo loca de miedo. Pese a trabajar en una serie de vampiros, no me gusta la sangre. Me pone muy nerviosa. Siempre que pienso en lo que hay dentro del cuerpo, en los órganos... ¡no me gusta! Pasemos a la siguiente pregunta (risas).

--Stefan y Damon, los vampiros que le acompañan en la serie, son en el fondo chicos malos. ¿Hay algo de malvada en usted?

--No lo creo. Soy más bien buena. Aunque la gente no tiene una sola cara, todo el mundo es multidimensional. Unas veces se es bueno y otras, malo. Eso lo hace divertido.

--Crónicas vampíricas es ya un fenómeno televisivo en muchos países. ¿Siente la presión de los fans?

--Es bonito que te admiren. Y hay gente que te quiere mucho. La última vez que vine a Londres escribí en Twitter que íbamos a firmar autógrafos en una tienda al día siguiente y dos chicas vinieron desde Francia para vernos. Una me regaló su collar favorito. Me dijo que quería que lo llevara, que había conducido muchas horas para dármelo. Me costó aceptarlo pero a veces me lo pongo.

--¿Era aficionada a los vampiros antes de participar en la serie?

--De niña vi Drácula y Entrevista con el vampiro, que era mi peli favorita. ¡Hasta soñaba con tener un novio vampiro! Hubiera hecho cualquier cosa por él.

--Elena, su personaje en la serie, parece acostumbrada a que pasen cosas extrañas a su alrededor. ¿Ha sufrido alguna experiencia fuera de lo común?

--Sí. Una vez rodamos la serie en una plantación aislada cerca de la cual se decía que había muerto mucha gente asesinada. Al grabar, oímos un piano tocando. Yo dije: "Paren la música, que estamos rodando". Y el piano seguía tocando. Insistí y nada. Entré en la habitación de al lado y, efectivamente, el piano estaba ahí pero no había nadie tocando. Es una muestra de las cosas raras que vivimos. Era una casa muy misteriosa.

--¿Cómo es un día de rodaje con sus dos compañeros?

--Estamos juntos 16 horas al día. Y en las vacaciones hacemos promoción y también nos vemos. Desde que empecé a rodar, no he pasado más de tres días sin verles.