Pedro Erquicia (San Sebastián,1943) es periodista con P mayúscula. Por eso se ha jubilado sin darse cuenta. Su fascinación por los documentales, donde confluyen la información, el cine y la escritura, sigue intacta. Y no entiende de horarios. Nunca ha fichado. Jamás. La medalla del prestigio se la otorga su larga trayectoria, con 43 años de televisión a sus espaldas, pero involuntariamente se hizo muy popular por una cena en su casa. Una noche que acabó en la boda del siglo.

--¿Cómo vive la jubilación?

--Sigo teniendo ganas de hacer cosas con el tempo que dan la experiencia y la edad. No tengo estado mental de jubilado.

--¿Cómo es el día en que uno se levanta y no tiene que trabajar?

--¿Cómo es el día en que uno se levanta y no tiene que trabajar?

--Pues como coincidió con un fin de semana de puente, lo único que sucedió fue que no tuve que pensar en guiones. Y me gusta vivir esta sensación de desconexión tras 43 años intensos. Es bueno poder tomar distancia y perspectiva de la vida, y descansar un poco mentalmente. Todavía no tengo mono de tele.

--Su mochila profesional está cargada de hechos históricos.

--En 43 años he hecho historias de todo tipo. Y en muchas ocasiones te das cuenta de lo que aquello ha significado cuando ha pasado. Pero sí, hay una serie de puntos referenciales, como el 23-F o el asalto a la Embajada española de Guatemala.

--Hábleme de su 23-F.

--Hábleme de su 23-F.

--Estaba en televisión y me llamaron a control central. Cuando vi las imágenes, pensé que era una función que estaban en un estudio. Y cuando me dijeron: "Esto es la señal del Congreso", no me lo podía creer.

--Y luego grabó el mensaje del Rey.

--Y luego grabó el mensaje del Rey.

--Sí, el mensaje, en singular, porque se grabó un único mensaje, aunque en dos tomas. Luego se dijo que se habían grabado dos mensajes del monarca, pero no fue así.

--En lo tecnológico, ¿preparado para la era digital?

--En lo tecnológico, ¿preparado para la era digital?

--Ese es un gran reto. La fecha del 3 abril del 2010, cuando se ponga en marcha, ese es el gran miedo de mucha gente, la gran apuesta de otra y el gran riesgo de todos. Pero será bueno que la gente pueda ver en la tele lo que más le guste. Ahora, los programas no se llaman programas, se llaman productos. Es perverso cómo se ha pasado de la creación al mercado.

--Un mercado regido por las audiencias.

--Sí, y no soy adicto a ellas, pero son como una espada de Damocles. Yo siempre digo que si no es entretenido, ningún programa --da igual que sea un reality que una serie o un informativo-- interesará a la gente.

--¿Ha sido víctima de las audiencias?

--¿Ha sido víctima de las audiencias?

--Desde hace unos meses, la cláusula que se incluye en los contratos, por la cual, si no se logra el mínimo de audiencia, el programa se cierra, se ha introducido en programas de reportajes y documentales. Y eso puede ser el principio de su final.

--¿Ha usado cámara oculta?

--¿Ha usado cámara oculta?

--Una vez en Informe semanal, para un reportaje sobre el expolio de obras de arte en España, con el fin de lograr el testimonio de un coleccionista que desvelaba cómo llegaba a acuerdos para encontrar determinadas obras para su colección. Fue una secuencia corta que no llegó a los 20 segundos. Era la única manera de denunciar que aquello existía. Pero no me gusta su uso.

--No puedo terminar sin preguntarle por la cena.

--No puedo terminar sin preguntarle por la cena.

--Pues estuvimos cenando por aquí, pero no recuerdo cómo se llamaba el restaurante.

--No disimule... Le estoy preguntando por la famosa cena donde se conocieron el Príncipe y Letizia.

--No disimule... Le estoy preguntando por la famosa cena donde se conocieron el Príncipe y Letizia.

--¿No se da por respondida?

--¡Nooo!

--¡Nooo!

--Pues aquella fue una cena con unos amigos que vinieron a mi casa, y lo pasamos muy bien.

--Ya, pero se convirtió en una cena con consecuencias históricas. ¿No me contará ni si fue el Príncipe quien se lo pidió o qué cenaron?

--Ya, pero se convirtió en una cena con consecuencias históricas. ¿No me contará ni si fue el Príncipe quien se lo pidió o qué cenaron?

--Hace un magnífico día.