El neurólogo japonés Yukiyasu Kamitani, director del equipo de investigación de los laboratorios ATR (que desde el año 1993 se dedica a investigar los sistemas de comunicación del cerebro humano), acaba de hacer público su último gran logro, algo que puede revolucionar el ya de por sí alborotado mundo de la televisión: por primera vez, han plasmado en imágenes el contenido de percepciones cerebrales. "Si un día llegamos a poner en imágenes las señales que atraviesan nuestras neuronas, podremos, quizá, ver en una pantalla nuestros sueños y otros pensamientos, como si fuesen películas o programas de televisión", ha afirmado un ufano Kamitani.

Vaya por delante que todavía queda una semana para el 28 de diciembre: el señor Kamitani existe y no es el protagonista de una inocentada.

Y también recordar que la vida del ciudadano japonés gira en torno a la pequeña pantalla: el promedio de teleconsumo en Japón supera los 300 minutos por persona y día, lo que supone... ¡Más de cinco horas cada día! Es decir, el tema interesa y saben de lo que hablan.

Según el insigne Kamitani, la investigación se centró en hacer observar una letra del alfabeto a un individuo y rehacerla en una pantalla a partir de la actividad cerebral del sujeto. Para convertir las señales cerebrales en imágenes, el equipo de ATR ideó una especie de descodificador de variaciones cerebrales, que se asociaron a formas básica conocidas.

A partir de este abecedario básico, la combinación de parejas de señal cerebral/forma básica permitió recrear imágenes complejas. Pese a este gran éxito, Kamitani no echa las campanas al vuelo y reconoce, con humildad de buen científico, que el sistema es limitado y no permite reproducir todas las percepciones. Pero dejó claro que la técnica empleada está en el buen camino y , por ejemplo, podría permitir a arquitectos y otros creadores mostrar los proyectos o creaciones que tienen en mente, incluso sin necesidad de definirlas ni en un texto ni en un dibujo.

Cuesta creer que algún día podamos ver conceptos tan íntimos y abstractos como libertad, amor o muerte. Pero si algún día se llega a hacer de nuestro pensamiento una retransmisión televisiva, las posibilidades que abriría este descubrimiento dan mucho vértigo.

No dudo de que el señor Kamitani estará muy orgulloso de su descubrimiento científico, pero si pensase por un momento lo que puede significar que algunos expertos en reality shows tengan en sus manos un descodificador mental, seguro que tendría los mismos remordimientos que tuvo el pacífico industrial Alfred Nobel después de comprobar el uso que se hizo de su gran invento, la dinamita.

Porque, a fin de cuentas, lo que plantea Kamitani es una bomba nada abstracta.