Después de más de 500.000 descargas en politonos con la tan mentada respuesta del Rey ("¿Por qué no te callas?"), después de más de 700 vídeos en YouTube con montajes satíricos sobre la inefable frase, de decenas de registros en dominios de internet con ingeniosas variaciones sobre el real exabrupto, de miles de camisetas vendidas con la retórica pregunta, y después de una canción a partir del folclórico y castizo himno ¡Que viva España! --"La gente canta con ardor / ¿Por qué no te callas? / El rey está cambiando su color / Callado estás mejor..."--, que merecería haber concursado en el histórico La parodia nacional, parecería que ya está todo dicho y visto sobre la reacción del Rey ante la locuacidad del histriónico Hugo Chávez. Pero no ha sido así: la tele pública venezolana ha cerrado el círculo choteándose del rifirrafe.

Poco después del aguijonazo del 12-N --que animó la somnolienta cumbre iberoamericana--, la cadena pública de Venezuela, Canal 8, emitió una sátira sobre el Rey, al que presentó como "Don Juan Carlos de Bribón y Bribón" (es de suponer que solo jugando con el apellido del Monarca y el nombre del barco con el que suele competir en las regatas estivales).

En el sketch, un increíble Juan Carlos (el actor era orondo y bajito), que aparecía disfrazado con una corona ladeada (bastante irreal), gafas de sol y una especie de toga nada monárquica, se dedicaba a ordenar a todos los presentes que se callasen. El momento álgido de esta chanza fue cuando el inverosímil rey descubre que se le ha despegado la suela del zapato (el izquierdo, claro) y ordena a gritos la presencia de un "zapatero". En fin, un humor a años luz del que estamos acostumbrados aquí, donde tenemos la fortuna de disfrutar de unos humoristas con bastante más ironía, elegancia e inteligencia.

Pero el tema no es quién, y cómo, se puede mofar de un jefe del Estado. O si la broma venezolana nos hace gracia o nos repatea el humor patrio. Aquí bien que nos reímos, tanto de los nuestros (políticos y personajes varios son tomateados sin miramientos), como de extranjeros tan jugosos como la familia real británica o George Bush. La cuestión de fondo es si la tele pública española, TVE, debería hacer, ya mismo, una sátira de Chávez --es de esperar que con un poco más de talento-- como respuesta. Mientras lo pensamos, podríamos proponer que TVE organizase una cumbre de la parodia iberoamericana para unir lazos del humor, e intentar ayudar a los países hermanos a salir del subdesarrollo de la ironía en la que, algunos, están claramente inmersos. Eso sí, sin acritud.