Un canal funerario. Esta es la insólita idea que tiene entre ceja y ceja Wolf Tilmann Schneider, un avispado empresario alemán que está ultimando el lanzamiento de una cadena temática dedicada a todo lo que rodea a las pompas fúnebres. Dicho así, de sopetón, da un poco de repelús pero, bien mirado --el canal--, tampoco es una mala ocurrencia, dado lo mucho que nos fascina el más allá, y los buenos dividendos que ese mundo da en el más acá a unos cuantos.

El tal Tilmann, que ahora está acabando de cerrar los últimos acuerdos financieros para lanzar su peculiar cadena a finales de año --por satélite e internet--, plantea una parrilla muy sobria y contenida: retransmisión de duelos y de funerales, documentales de los mejores camposantos del mundo y la emisión de esquelas audiovisuales en las que, por unos 2.000 euros (más IVA), los interesados pueden pasar fotos e imágenes de sus difuntos sobre fondos musicales y acompañados de lecturas de textos in memoriam.

Tal como se plantea, el proyecto no pinta nada mal, sobre todo si ofrece un buen servicio en un tema que, irrefutablemente, todos hemos de afrontar varias veces a lo largo de nuestra vida. "Gracias a este canal, muchas personas tendrán la posibilidad de conocer las diferentes modalidades que hay de entierros de una forma anónima, discreta y seria", ha apuntado Kerstin Gernig, miembro de la asociación de empresarios alemanes de pompas fúnebres y, huelga decirlo, socio pagano en el proyecto. Pese a que el planteamiento de la señora Gernig es el del crudo negocio (la razón de ser de esta y de casi todas las cadenas televisión), ella misma apunta que no se van a vender ataúdes, sino que se va a hacer una cadena dedicada a la información. Por eso, esta empresaria quiere que se caracterice por un estilo marcado por la profesionalidad, la discreción y la pompa para llegar a ser, como sueña Gernig, "la cadena ARTE de la cultura de la sepultura". ¡Ahí queda eso!

Delirios de grandeza aparte, la verdad es que este canal temático tiene detrás un estudio de mercado impecable: en Alemania fallecen cada año cerca de 830.000 personas, y seguro que un porcentaje de los hijos o nietos de estos finados han crecido ante el televisor y, por eso, les llenaría más ver una esquela audiovisual que leerla en blanco sobre negro. En España se producen unas 370.000 defunciones cada año, pero el número irá a más, dado que la población cada vez es mayor. Es decir, que también hay un posible hueco. Y lo digo no tanto por las familias de los difuntos que quieran ver su luto en la televisión, sino por todos los que hacemos de la muerte un espectáculo audiovisual de primera. ¿Quién se resistiría a zapear un momentito por el show de Tánatos para ver a quién tiene de personaje invitado?