Fue tremendo. Estábamos en casa, el domingo, humildemente recogidos, y nos pusimos a practicar el arte del zapeo. O sea, pretendíamos distraernos. Y de pronto, al aterrizar en Hay una carta para ti (A-3 TV), nos encontramos con Isabel Gemio diciéndole a uno de esos azafatos que le hacen de carteros: "Oye, Alejandro, ¿habrá aceptado Imperio Argentina nuestra invitación?". Y Alejandro respondió: "¡Por supuesto, está con nosotros!". Y acto seguido entró Imperio Argentina por la puerta. En casa nos quedamos como aquella estatua ecuestre de Santiago Matamoros que hay en Logroño.

Luego, hablando con gente experta en los espejismos de la tele, supimos que habían incluido en el programa del domingo un pedazo, un retal, un resto de una edición antigua, de cuando doña Imperio --viva entonces todavía-- había acudido a ese plató a requerimiento del artista flamenco Pepe Marchena. Nos tranquilizamos enormemente.

Pero también nos contaron los expertos que esas cosas no se hacen así, como las hizo Isabel, a lo bestia. En estos casos es obligado poner un rótulo, una leyenda sobreimpresionada en la pantalla advirtiendo de que es un vídeo antiguo. De lo contrario podría parecer que ha llegado la hora de la resurrección de los muertos.

Este juego de Isabel, exhumando imágenes de la difunta sin venir a cuento, son oportunistas totalmente. Como ahora están sus adorables nietas, Sandra y Teresa, de tele en tele, sacándose los ojos por lo que queda del imperio de su abuela, quizá creyó Isabel que tendría una subida de audiencia. Lo que tuvo su audiencia fue un susto de primera. Sólo faltaría que ahora resucitase doña Imperio. Se volvería a morir voluntariamente.

Ayer, Ana Rosa Quintana hizo su Sabor a ti desde Marbella, y convocó a las nietecitas. Sentadas bajo la gloriosa escalinata del Hotel Villapadierna, se hicieron picadillo el hígado y los riñones. Quedó horrorosa la regia escalera.