--Eso de policía científica suena mucho a CSI. ¿Se parecen en algo RIS y la serie estadounidense?

--No, no son lo mismo, hay matices que las diferencian, y no puede ser lo mismo una producción española que una americana. Nosotros intentamos que esta sea una serie muy creíble sobre cómo trabaja nuestra policía, una serie adulta en la que no hay ni niños, ni perros, ni Charles Laughton. Por eso lo acepté.

--¿Se está sometiendo a una preparación muy intensa?

--Estamos ahora en ello. Por supuesto que estoy viendo todas las series policiacas que hay, pero para luego olvidarlas, porque no me gusta copiar a nadie. También vamos a tener nuestros cursillos particulares de manipulación de la técnica científica, al mismo tiempo que nos estamos preparando para salir a la calle. A mí siempre me gusta preparar mis personajes lo más concienzudamente posible.

--¿Qué le atrajo del personaje?

--Que tiene dos cosas muy ricas para un actor. Por una parte, le dan un puesto que no quiere y por otra carga a la espalda un lastre horrible, que es que su mujer se perdió hace dos años y no sabe qué pasó. Eso va a hacer ver desde el principio que sea un hombre con un conflicto interno enorme, lo que le hace ser un tanto frío y hermético.

--¿Cómo piensa que acogerán a su personaje los espectadores?

--Va a sorprender. Es un personaje que no he hecho nunca y en una serie con una estética muy novedosa y un ritmo infernal. La gente está acostumbrada a las series norteamericanas, pero no ha visto nunca cómo trabaja la policia científica española.

--Los 80 y Código fuego, sus últimas series, no fueron bien. ¿Hace eso especial la vuelta?

--La verdad es que ahí tenía una espinita clavada, y la televisión me apasiona. Siempre digo que es un monstruo con 27 cabezas en el que hay que solucionar las situaciones que se presentan día a día, lo que le da un ritmo al trabajo que me gusta. Sí, la televisión me pone muy cachondo.

--¿Las series son lo mejor que se hace en la televisión?

--Yo creo que se hacen muy buenas series de televisión en España. Me molesta que haya un exceso de programas de corazón, porque creo que no contribuyen a enriquecer al ser humano. Los programas de corazón son una droga lícita, pero que cada uno que se drogue como quiera.