Hay visitas que reconfortan: en la madrugada de ayer, la estupenda actriz catalana Rosa María Sard estuvo en el programa Crónicas marcianas (Telecinco). O sea, a Xavier Sard le ha visitado su hermana. La visita no era, no obstante, gratis. Se trataba de publicitar la obra de teatro (Wit ) que está estos días interpreta Rosa María en el Teatre Borr s de Barcelona. Pues bienvenido este peaje que ha pagado su hermano. Ojalá el planeta Marte estuviese más abierto a actrices y actores de esta calidad.

La conversación discurrió hermosa y fraternal, como era de esperar, pero en un momento dado le dijo Xavier a su hermana Rosa María: "Oye, si vienes aquí a publicitar tu obra de teatro, ¿porqué no dices, cada noche, en el escenario del teatro, esta frase "Miren ustedes Crónicas marcianas " ¡Ah! tremenda factura la que le presentó el televisivo hermano a su hermana, como pago por haberla sacado en su programa. Aunque todo era un inteligente juego familiar, la cuestión es meditable.

Podría, sin embargo, parecer una broma que el gran emperador, con audiencias millonarias desde hace años, necesitase también a esos 400 o 500 seres humanos que llenan a diario el humilde aforo del teatro de su hermana Rosa María.

Pero no era una broma. Era una necesidad. Era el ardiente deseo de quien come cada noche, a dos carrillos, toneladas de mugre y de grasa, por alcanzar otras gastronomías. Más frugales. Más limpias. Más sanas.