El Parlamento alemán vivió ayer una histórica jornada en la que los legisladores rechazaron de forma deliberada una cuestión de confianza presentada por el canciller Gerhard Schröder para abrir el camino legal a la disolución del Parlamento y convocar elecciones anticipadas. El jefe del Gobierno pidió a los diputados que le negaran la confianza para contar así con la renovada legitimidad de las urnas y poder aplicar las reformas económicas que Alemania necesita para hacer frente al desafío de la mundialización. Schröder recurrió a esta maniobra ya que la Constitución no permite a la Cámara baja autodisolverse.

"Démosle a los ciudadanos la posibilidad de decidir por sí mismos qué camino quieren para nuestro país, qué tipo de Estado desean tener, qué significación se le debe otorgar en el futuro a la justicia social y a la solidaridad", dijo Schröder.

El canciller recordó que tomó tal decisión después de que su partido perdiera las elecciones de mayo en las elecciones regionales celebradas en Renania del Norte-Westfalia, --el "último eslabón de una cadena" de derrotas-- y tras comprobar la existencia de "síntomas" de descontento, tanto en los socios de coalición como en su propio partido.

16 AÑOS EN EL PODER Schröder aprovechó la ocasión para arremeter contra la oposición que, según él, ha llevado a cabo una política de bloqueo permanente a los planes de su Gobierno, una oposición "que estuvo 16 años en el poder y que no hizo nada para modernizar el país", dijo.

El canciller no quiso esconder que su principal preocupación era que no estaba garantizado el apoyo de un sector de los diputados de la coalición gubernamental rojiverde. Según Schröder, este proceso habría llevado incluso a la constitución de un nuevo partido político, "entre cuyos dirigentes se encuentra un expresidente del SPD --Oskar Lafontaine-- que no duda en utilizar expresiones ofensivas hacia los extranjeros", dijo el canciller.

Además de esgrimir todos los argumentos constitucionales para defender la disolución del Parlamento y convocar elecciones, el canciller puso el acento en "la necesidad de cumplir con los retos internos y externos a los que se enfrenta Alemania, que no permiten ninguna demora".

GRAVES PROBLEMAS De allí la importancia de que los electores se pronuncien cuanto antes sobre las reformas que él propone para hallar soluciones a "los graves problemas de nuestro país, para continuar con las reformas puestas en marcha, para afrontar los desafíos de la mundialización, los peligros para la paz y la seguridad", proclamó el canciller ante los diputados.

Tras el debate, de los 595 diputados presentes, 296 se pronunciaron en contra, 151 a favor y 148 se abstuvieron. Tras ello, Schröder fue al despacho del presidente federal, el democristiano Horst Köhler, y pidió la disolución del Parlamento.