Los apocalípticos están de enhorabuena. Parece ser que la tele no solo ataca a las neuronas, sino que también puede, de forma indirecta, dañar la capa de ozono. Esta sorprendente teoría parte nada menos que del Gobierno de Australia, que ha prohibido comercializar televisores planos de tecnología de plasma de aquí hasta el 2011. Según anunció la cadena australiana ABC, la razón de esta decisión política está en el gran consumo de energía de estos sofisticados receptores, que entra en contradicción con el riguroso plan de ahorro energético que acaba de diseñar la Administración australiana, y que estará en vigor los próximos cuatro años.

El portavoz del Ministerio de Medio Ambiente australiano ha reconocido que esta drástica medida responde precisamente al gran éxito que tienen estas pantallas digitales, que se están vendiendo a miles, y que podrían llegar a poner en peligro los planes gubernamentales de ahorro energético. Quien no ve clara esta decisión es, claro está, el gremio de detallistas de productos digitales, que considera alucinante decir que la televisión de plasma podría causar un descalabro energético en Australia.

Quizá tengan razón al considerar que la medida es desproporcionada, pero lo que también parece probado es que el consumo de las pantallas de plasma supera con creces al de los tradicionales receptores de tubo, y que por tanto habría que controlarlos de alguna manera. Por ejemplo, con unos buenos impuestos, como pidió recientemente en la BBC el profesor Paul Elkins, que estudia el cambio de clima y sus efectos en la economía en la Universidad de Westminster (Gran Bretaña). Según Elkins, las teles de plasma son "parásitos" que devoran gran cantidad de electricidad y crean una carga en los recursos ambientales. Esta idea la corrobora un estudio realizado en Inglaterra por la Energy Saving Trust, que afirma que los televisores de plasma necesitan cuatro veces más electricidad que el tubo convencional. Eso, en números, viene a significar que una tele de tubo, cuando funciona, emite, además de imágenes, 100 kilos de monóxido de carbono, mientras que la de plasma echa al planeta 400 kilos. Un dato para los que tengan conciencia ecológica. Según los expertos, los televisores con pantallas LED chupan mucha menos electricidad que el plasma. Eso sí, gastan más que las de tubo convencional, pero sin llegar al nivel de las pantallas de plasma.

Y para acabar, una pregunta incómoda. ¿Contamina lo mismo una tele de plasma cuando ofrece el execrable El diario de Patricia que cuando emite el ecológico y oscarizado documental del premio Nobel Al Gore?