¡Ojo al dato!, que diría el inolvidable José María García, Butanito. Tras tres años de meticuloso y sesudo estudio sociológico, la empresa de investigación estadounidense Rand Corporation (www.rand.org) ha publicado un informe demoledor: "Determinados contenidos televisivos pueden fomentar, además de actitudes violentas, embarazos no deseados en jóvenes y adolescentes". Este sorprendente descubrimiento (que casi iguala a la receta de la sopa de ajo) va más allá, al afirmar que aún existe un sexo débil. Al menos, en el audiovisual: "Las adolescentes que, durante la elaboración del estudio, veían comedias de situación, dramas o programas de telerrealidad, tenían el doble de posibilidades de un embarazo prematuro". Para llegar a estas conclusiones, los técnicos de Rand realizaron tres entrevistas a 718 adolescentes --de 12 a 17 años--, repartidas entre el 2001 y el 2004. Y cuatro años después de finalizar las entrevistas (¡eso es meticulosidad!) han anunciado al mundo científico que, entre los 718 adolescentes estudiados en el trienio se produjeron 91 embarazos no deseados. Y, claro está, las 91 embarazadas se declaraban seguidoras de algunas comedias, dramas, reality shows ...

Vaya por delante mi felicitación a Rand. No por este estudio, sino por el indudable mérito de llevar la friolera de 60 años realizando trabajos de este calado, y encontrar quien se los subvencione. No son los únicos. Periódicamente nos sorprenden con estudios, trabajados durante años --y con presupuestos millonarios-- , que llegan a conclusiones tan trascendentes como que los fumadores tosen más, que no comer puede llevar a la anorexia, o que no por mucho madrugar amanece más temprano.

Pero este de embarazos y tele me toca la fibra sensible y me plantea dudas. Por ejemplo, si ver según qué tipo de programas predispone a coitos incontrolados, ¿ver pelis de acción nos puede empujar a la violencia o al asesinato? Y si nos gustan las de vampiros, ¿podemos acabar cualquier día chupeteando cuellos? ¿Es necesario un meticuloso estudio de años para saber si somos proclives al vampirismo si vemos más de una peli de Drácula al mes? También me genera alguna duda esta demonización simplona de la tele, que ya parece la madre de todos los males de la Humanidad. ¿Solo la tele calienta? ¿No hay en la culta literatura géneros capaces de poner en ebullición al personal hasta el punto de llegar al embarazo? Y en la prensa, ¿no hay revistas diseñadas para levantar algo más que la moral?

Sí, hay espacios con un elevado erotismo (Física o Química , Sin tetas no hay paraíso ...), pero el problema no está en la tele, sino en la hipocresía con la que se plantea la educación sexual de los menores y la laxitud de los responsables de controlar la pequeña pantalla. Por cierto, nueve meses después del histórico apagón de 14 horas que sufrió Nueva York el 9 de noviembre de 1965, la ciudad vivió un espectacular baby boom . Y cuando se gestó, los autores no veían nada.