La cadena pública alemana ARD dedicó la programación de la última semana de abril al envejecimiento de la población, una realidad que en la mayoría de los países europeos ha alcanzado la categoría de problema. La idea de organizar una semana temática alrededor de un tema de interés social no es una novedad, y en España tenemos varios ejemplos (los accidentes de tráfico, la dieta mediterránea, los telemaratones...). Pero lo que sí es poco habitual es la ocurrencia de la ARD: para abrir esta programación sobre la senilidad, propuso a todas sus viejas estrellas televisivas, ya jubiladas y por encima de los 70 años, que volvieran a ponerse ante las cámaras para presentar el magacín matinal estrella de la cadena. Y a todos les faltó tiempo para aceptar la oferta. Lógico, ¿no?

El resultado fue impactante. De un día para otro, los telespectadores alemanes más veteranos recuperaron a sus estrellas de juventud, pero ahora a todo color y en formato panorámico, claro. Uno de los momentos más emotivos fue cuando apareció Karla Wege, que en 1954 se convirtió en la primera Madame Meteo de la ARD y que, a sus 77 años, presentó con igual garbo y solvencia que antaño las isobaras que corrían sobre Alemania. Eso sí, su imagen y estilo, de mediados del siglo XX, combinado con la tecnología, transparencias y cromas del siglo XXI. Y tras la información meteorológica, los flashes informativos de última hora y, a continuación, un consultorio sexológico sin pelos en la lengua. Y todo con viejas estrellas del medio con una media de 70 años.

Lo interesante de esta propuesta no es la audiencia que tuvo este original magacín matinal --es obvio que la suma de la curiosidad y de la nostalgia tiene mucho tirón--, ni si las viejas glorias lo hacen mejor o peor que los actuales profesionales. La reflexión es si aquí, en España, se podría dejar la programación de toda una semana de una gran cadena en manos de los muchos --y buenos-- jubilados que tenemos. Por ejemplo, ¿cómo quedaría en el 2008 un telediario de autor a cargo de José María Carrascal y sus peculiares corbatas? Seguramente no pasaría nada. Una gota en la inmensidad de las parrillas. Pero, ¿y si a lo largo de toda una semana van apareciendo profesionales como José María Iñigo, José Luis Fradejas, Paloma Chamorro, Beatriz Pécker y José Luis Uribarri (para, por ejemplo, analizar la actualidad musical), José Luis Balbín (para dar las claves en debates de actualidad), Luis Mariñas, Lalo Azcona, Florencio Solchaga, Joaquín Arozamena (para avanzar las noticias en personales flashes), Jesús Hermida (para entrevistas de extensión impredecible), Rosa María Mateo (para resumir como nadie lo que ha dado de sí la semana), José Luis Barcelona y Mario Beut (para amenizar concursos), y Marisa Medina y Marisa Naranjo (para lo que se tercie)? Jubilados con pedigrí hay para llenar varias semanas, pero ¿qué tele se atrevería a tal jubileo?