Ultimas entregas de Carmen Sarmiento. Ultimas miradas de esta periodista sobre los excluidos de este mundo (La 2). Nos enseñó el domingo una zona situada en la linde entre Colombia y Panamá. Viven allí varios millares de indígenas. A pesar de ser contemporáneos nuestros, no viven en el siglo XXI. Viven en un extraño periodo no catalogado aún por los historiadores, una perversa mixtura existencial que combina la Edad de Piedra con el Seven-up. La mirada de Carmen es penetrante y luminosa. Nos retrató una rudimentaria escuela de formación profesional en plena selva. Uno de ellos cubría su torso con una camiseta que ponía, con letras grandes, Kentucky. Es la misma que venden en tiendas de ropa de mi barrio. La mirada de Carmen nos hace reflexionar. Y ahora se jubila. O la jubilan. Ya es eso. Todo cuadra.

Penúltima sátira. Le preguntó Arturo Valls a Aznar, en la reciente cumbre de Copenhague: "Con la influencia que usted tiene, ¿podría buscarme un huequecito en La Primera?". Obtuvo la callada por respuesta. Pero ahí quedó el sarcasmo. Les queda a la banda del Caiga quien caiga (Tele 5) un telediario. Y, no obstante, les siguen premiando. Ayer enseñaron los últimos premios conseguidos: de Aguilar de Campoo, y de la Universidad Politécnica valenciana. "¡Nos dan trofeos póstumos, nos premian cuando ya somos fiambres!", exclamó Wyoming, maravillado. El próximo domingo, traca final. Morirán mordiendo. Como los últimos mohicanos.