Ya triunfa Aida por los programas, como una descosida. Recién salida de la jaula, ya campa, cobra y ríe. Suponemos que ha alcanzado un grado de felicidad absoluta. El domingo por la noche estuvo en el debate sobre la ratomaquia que presenta Jesús Vázquez en Telecinco. El cura que tienen fijo en el programa, ese mosén llamado Carlos Fuentes, disfrutó mucho. Muy impresionado porque Aida habla con Dios todos los días, y más maravillado todavía ante la sospecha de que el Señor, en efecto, le contesta, le decía: "Por favor, no me llames padre, llámame Carlos". O sea, una familiaridad religiosa muy bonita.

Pero la gran entronización mediática de esta criatura fue el día siguiente, el lunes. Entró en Marte (Crónicas marcianas , Telecinco). ¡Ah! eso sí es hablar con el Altísimo. Sard la recibió con solemnidad operística. El barítono De Mestres tatareaba la marcha triunfal de la ópera Aida con un estilo similar al de Massiel cantando el La, la, la . Y Boris remató saliendo pintadito de purpurina, o sea, como si fuera la princesa egipcia Amneris, pero de la casa Titanlux. Fue terrible. En la embajada de Italia dicen que reina un dolor profundo: han recibido cientos de llamadas que aseguran que en la honesta Casa di riposo di Milán se han escuchado gritos, llantos y quejidos en la tumba donde descansan Verdi y su amada Giuseppina. Y en el Liceu de Barcelona, mi buen amigo Josep Caminal se ha encerrado en el despacho y no quiere salir. O sea, que la marciana representación de Aida ha causado una impresión muy profunda. También la otra Aida, la exratoncita de Gran hermano , debe estar impresionadísima: concluida la ópera bufa, Sard puso al teléfono a un directivo de una agencia de citas y sexo a domicilio. Es decir, con su espíritu progresista profundizó en aquello que dejó inconcluso Merceditas cuando le preguntó a Aida: "Oye, han dicho de ti que eres puta". En fin, es de suponer que la nueva criatura ya ha comprendido el precio real de los contratos que en Marte se firman.