Hoy en día parece imposible, pero la mejor forma de acercarse a una historia es, casi siempre, en la más completa ignorancia. No cuesta imaginar verdaderos escalofríos entre los espectadores que accedieran en ese estado a la primera temporada de The sinner y vieran (ojo, spoiler) cómo la joven madre encarnada por Jessica Biel se cargaba a un hombre sin venir a cuento durante una tarde de playa. Muchas historias de misterio se basan en el «¿quién lo hizo?». No The sinner, porque está clarísimo quién fue: lo vieron a pleno sol los amigos y familiares de asesina y asesinado, además de algún pobre transeúnte.

La pregunta que se hacía el agente Harry Ambrose (Bill Pullman, tan sugestivo como de costumbre) era más bien «¿por qué lo hizo?». Para resolver la pregunta, Harry trataba de viajar, por todos los medios, al pasado de Cora, abriéndose paso entre recuerdos movedizos y rincones ocultos.

En el principio, la historia debía acabar donde acabó (de forma satisfactoria o en el delirio absoluto, según a quien se pregunte), pero la cadena USA Network no iba a dejar morir tan fácilmente un éxito sorpresa. Poco importaba que la novela original de Petra Hammesfahr no tuviera continuación. Tampoco la tenía El cuento de la criada, de la en principio intocable Margaret Atwood. Y la nave va.

El arranque es terrorífico. De camino a las cataratas del Niágara, un matrimonio y su tranquilo hijo de 13 años se quedan atascados con el coche y se ven obligados a pernoctar en un motel. A la mañana siguiente, el chaval trae a sus padres algo para desayunar, una especie de té que sabe a regaliz, pero… En realidad hecho a base de estramonio, planta conocida por sus efectos alucinógenos y venenosos. Mueren los dos.

¿Por qué lo hizo? Harry Ambrose trata de responder esta pregunta.