Hace dos años, la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump no solo revolucionó la política internacional, sino que también ha ido dejado huella en televisión, el medio en el que el presidente demostró moverse tan bien gracias al concurso The apprentice. Dejando aparte las imitaciones que se han hecho del republicano en infinidad de programas, si hay una serie que ha sabido sacar provecho de las polémicas del controvertido mandatario es The good fight, cuya tercera temporada estrena esta madrugada Movistar Series, de forma simultánea a EEUU.

Nacida como spin-off de la aclamada The good wife, esta ficción de abogados ambientada en Chicago y emitida en el servicio de vídeo bajo demanda de la cadena CBS, puso su foco de atención en un bufete de mayoría negra especializado en temas raciales y excesos policiales. A él llegaba como nuevo fichaje Diane Lockhart (Christine Baranski), la veterana letrada que había sido la gran jefa de la serie de la que se escindía, que aterrizaba en el despacho después del drama que supuso para ella perder todos sus ahorros tras ser víctima de una estafa piramidal.

Defensora a rabiar del partido demócrata, la abogada se veía sumida en una crisis existencial no solo por quedarse con una mano delante y otra detrás, sino por la inesperada victoria electoral de un personaje al que nunca se había tomado en serio. Y al que los creadores de la serie (el matrimonio de letrados formado por Robert y Michelle King) no han dejado de dar caña en las dos primeras temporadas, en las que han abordado desde la esperanzadora posibilidad de un impeachment a Trump hasta el debate sobre la veracidad de un vídeo sexual del mandatario grabado en Moscú con prostitutas y lluvia dorada de por medio, pasando por las visiones de Diane de sus vecinos practicando sexo cubiertos con máscaras del presidente.

MÁS CRÍTICAS / Veremos qué dardos le lanza The good fight al político en esta tercera temporada, compuesta de 10 episodios, y en la que Lucca (Cush Jumbo) vuelve al trabajo tras ser madre y Adrian (Delroy Lindo) y Liz (Audra McDonald), los jefes del bufete, tienen que adaptarse al nuevo juego en el que no gana el profesional que aporta los hechos, sino el que mejor sabe venderlos. Una filosofía que concuerda con el nuevo fichaje, Roland Bum (Michael Sheen), un competente pero histriónico letrado que chocará con la cada vez menos ingenua Maia (Rose Leslie).

Con polémicas como su forma de abordar la inmigración ilegal, las numerosas bajas en puestos claves de la Administración y sus controvertidos tuits, parece que la agenda del presidente todavía le puede dar mucho juego a The good fight.