Es una cláusula contractual que establece un límite mínimo del interés a aplicar en la cuota, aunque el tipo de interés se sitúe por debajo del acordado. Es habitual desde el año 2008 en los préstamos hipotecarios y la compra de viviendas con hipotecas de interés variable. Aunque la escritura sea anterior, es cierto que no se activó hasta ese año, cuando el euribor comenzó a caer de forma significativa. Perjudica al cliente porque no permite que el interés negativo se acabe trasladando a la cuota.