Llevabas algo, nena?", preguntaba ayer una pescadera a quien se le acercaba, sentada en el bar de comidas del mercado de Sant Antoni, de Barcelona, frente a un sencillo plato de judías blancas con el que estaba desayunando. Y muchas, llevaban. Los cafés con leche y cruasans a la parrilla que sirve la granja Manolita, de la calle Manso, habían dado en la diana del segundo premio de la lotería de Navidad --el 55.469--, que por acabar en 69 (lo ven erótico) tienen en abono fijo, desde hace 25 años, Manolo Guitian y Manolita López, directores del negocio.

A diferencia de lo que ocurre cuando tocan millonadas, la granja se fue llenando de ganadores que abrazaban a todo el mundo y relataban sin miedo cuánto les acababa de caer. Los que más, ganaron 100.000 euros, mucho para quien no esperaba nada. Los granjeros compraron 6.000 euros del número ganador y han diseminado 30 millones entre decenas de vendedores del mercado y vecinas que día tras día toman su cortadito en el local de Manolita, "una granja de señoras", en pulcra puntualización de Núria, que no dió su apellido "por seguridad", una mujer de 53 años que las tardes de los sábados toma asiento en el local, junto a un puñado de amigas, para merendar. Núria se llevó "cinco millones de pesetas" del dichoso 69.

"Venimos cada fin de semana, nos tomamos un suizo y unos brioches a la plancha, y disfrutamos mucho", saltaba la vencedora, copa en mano, junto a Elena, su amiga premiada.

En el mercado, sin parar de vender calzoncillos rojos con reborde en oro, lucía contenta Rebeca Hidalgo, de 60 años, nacida en Perú --"española nacionalizada"-- que se alzó con otros 100.000 euros, un décimo de la granja Manolita. "Con este dinero me voy a Australia, yo y mi marido, en paro", anunció Rebeca, que es de decisiones rápidas. Aún no había telefoneado a sus dos hijos, que están en Lima.

Y lo mismo ocurrió en Gilbert Sport, en el almacén de ropa de cama 10 X 10, o en casa de Ana Saz, de 78 años, que llegó temblando y en el umbral del síncope respiratorio porque acababa de darse cuenta de los 30.000 euros conseguidos gracias al cotidiano minibocadillo de jamón que se toma en la granja.

Toda esta fiesta la propició el lotero Pedro Fortuño, de la administración 97, de Barcelona, un fiel del 55.469 --también por el 69-- que se llevó 185 millones de euros. Además, parte del número llega todos los años al bar Jardines, de Granada, a Motril.