El pasado año fue especialmente conflictivo en lo que a percances de aparatos civiles se refiere, con un total de 77 accidentes o incidentes recogidos por el Ciaiac, lo que confirma que tienden a subir los siniestros, aunque descienden los graves.

Otro dato que apunta la comisión de investigación es que la mayor parte de los siniestros, en torno al 80% del total son protagonizados por avionetas de trabajos agrícolas, lucha contra incendios y vuelos de placer o de instrucción, seguidas de los helicopteros y, ya con menor presencia (en torno al 6%) los aviones de pasajeros.

En cuanto a las consecuencias, 25 personas perdieron la vida en el 2002 a causa de estos accidentes. El suceso más grave tuvo lugar el 14 de junio cerca de Lérida, cuando un helicóptero Augusta Bell 205 con 8 personas a bordo --2 tripulantes y 6 técnicos que inspeccionaban una línea eléctrica-- se estrelló en una zona montañosa, muriendo todos sus ocupantes.

Otro percance, al menos curioso, fue el ocurrido en un helicóptero de pasajeros que realizaba la ruta Málaga-Ceuta con 10 personas a bordo. A unos 25 kilómetros del punto de partida, ya sobre el mar, dos viajeros --al parecer borrachos-- rompieron una de las ventanillas, lo que hizo que el piloto perdiese el control del aparato y éste estuviese a punto de caer al agua. Por fortuna, la tripulación controló la situación y el helicóptero regresó a Málaga, donde los bromistas pasaron a disposición de la Guardia Civil.

En cuanto a aviones de pasajeros, dos Boeing con un total de 256 personas a bordo, estuvieron a punto de chocar en el aeropuerto de Barcelona, aunque se evitó la tragedia. En Barajas, un Airbus con 263 se incendió al aterrizar. Tampoco hubo víctimas. En ese mismo aeropuerto, un Boeing con 373 viajeros chocó cuando se acercaba a la pista de despegue. Los ocupantes salieron ilesos.