Los casi 700.000 extremeños que se marcharon en los años 50, 60 y principios de los 70 supusieron una caída de más del 22% en la población de Extremadura. La emigración afectó más a Badajoz, que perdió 400.000 habitantes, que a Cáceres.

En porcentaje, el destino de los emigrantes extremeños fue, en primer lugar, Madrid, donde marchó el 41%, seguido de Barcelona (21%), País Vasco (13,5%), resto de España, sobre todo Andalucía, (18%), y, en el extranjero, Francia (3%), Alemania (2,14%), Suiza (0,95%), y resto de países (0,5%).

La primera emigración masiva de extremeños tuvo lugar entre mediados y finales del siglo XIX, cuando unos 150.000 se marcharon a ´hacer las Américas´, lo que hizo escribir a Felipe Trigo que "no van queando ni las ratas".

Según los datos del INE, entre los años 1993 al 2002, Extremadura ha presentado un saldo migratorio negativo, cuya cifra se aproxima a las 13.000 personas, y centrado en el quinquenio 1998/2002. En este último año, sólo Madrid, País Vasco y Castilla y León tuvieron peores cifras absolutas que Extremadura. En el lado contrario, Baleares, Castilla-La Mancha y Valencia presentan cifras muy positivas.

La emigración ha llevado a una ´desertización demográfica´ de Extremadura, donde la densidad de población es de 26 personas por kilómetro cuadrado, frente a los 78 habitantes por kilómetro cuadrado de España o los 117 de media en la UE.

Esta situación es más grave en Cáceres, con sólo 21 habitantes por kilómetro cuadrado, y donde hay zonas con densidades superiores a los 50 habitantes por kilómetro cuadrado y amplios espacios semivacíos.