Dice que es afortunada porque tiene trabajo y le da para vivir, aunque es una de tantas y tantos trabajadores extremeños que reciben el Salario Mínimo Interprofesional (SMI). «A mis 63 años tengo mi vida ya hecha, estoy libre de cargas, mis hijos son independientes y no tengo hipoteca, por eso con el salario que cobro como portera y la pensión de su marido -que también fue portero- nos apañamos», cuenta Cristina. Ella, sueca casada con un cacereño, lleva cuatro años trabajando en la portería de un edificio de Cáceres con casi 70 pisos. «Me ocupo de la limpieza, de que todo funcione bien, de tirar la basura... es un trabajo agradable, pero tienes que ser un poco psicóloga también para tratar con personas muy distintas».

El sector en el que trabaja es uno de los que se beneficiará de la subida del SMI este año porque es de los pocos que no tiene establecido un convenio propio, con lo que se rige por lo que marca la normativa laboral estatal. «¿A quién no le viene bien que le suban el suedo? De momento no tengo noticias, pero sería estupendo, claro». Insiste en que ella no puede quejarse, porque no tiene personas a su cargo ni hipoteca y además vive en un apartamento del edificio que atiende sin coste, pero reconoce que también ha sido fruto de su intensa vida laboral. «He trabajado de todo: en una imprenta, en la hostelería, haciendo neumáticos, en una empresa de productos farmacéuticos, en una residencia de mayores, limpiando...».