La Estrategia de Lisboa, también conocida como Agenda de Lisboa, es el plan de desarrollo de la UE. Fue aprobado por el Consejo Europeo celebrado en la capital portuguesa en marzo del 2000 y en él se marcaban unos objetivos que los países miembros debían cumplir. Bruselas se comprometió a orientar sus Fondos Estructurales y de Cohesión a la consecución de estas metas, y los Estados harían lo propio con programas nacionales de reformas.

En el 2003, el programa fue revisado y se presentó un informe sobre la estrategia de Lisboa estableciendo cómo se debía dar más ímpetu al proceso. A medio trayecto, la Comisión Europea se percató de las tímidas reformas de los Estados y en el 2004 fijó como prioridades mejorar la inversión en redes de comunicaciones y conocimiento, en la competitividad industrial y los servicios, en la formación, la prolongación de la vida activa, el empleo y la educación.