Elena Otero y su marido, Pedro González, trabajadores de banca, acompañaron ayer a su hijo Mario, de 3 años, al colegio Trajano, en Mérida. "Nos hemos pedido el día libre los dos para poder estar en una jornada tan importante", explicó Elena, que reconoció que su hijo "entró muy contento aunque se asustó al ver que otros niños lloraban", sin embargo "cuando entró en su aula, se animó al ver tantos juguetes" y a tantos futuros amigos.

Un niño muy sosegado que ha demostrado a su madre que puede estar relajada cuando hoy también vaya a la escuela ya que al finalizar la clase, Elena comprobó cómo su hijo "pintaba con los lápices que les ha regalado la señorita" sin ningún problema, incluso "ya se ha aprendido el nombre de alguno de sus compañeros".

Aunque su madre no lo reconoce, seguramente Mario la extrañó en su primer día en el centro, pero en su caso, el tratar con otros niños era algo normal. "En la guardería llevaba desde los dos años y estaba acostumbrado a estar sin nosotros" asegura Elena.

Sin embargo, Mario, tendrá que habituarse a que a la salida del colegio esté su abuela materna que vive próxima al centro educativo, en vez de sus padres, que trabajan fuera de Mérida. En cuanto al centro, Elena se muestra satisfecha porque "de momento los niños solo asistirán dos horas a la escuela hasta que en octubre empiece la jornada completa".