Juan Manuel Herrero empieza a superar la depresión que sufrió cuando el pasado abril tuvo que sacrificar a las últimas vacas porque tenían más del 30% positividad de tuberculosis. Su finca, Cerro del Aguila, en Serrejón, con más de cien años de historia, se quedó desprovista del ganado pirenaico que montó en el 95 cuando mató sus últimas reses por las que aún no le han indemnizado. "Me deben 80.000 euros y la ganadería es mi única fuente de ingresos", señala.

Tras meses de parón, además de las bajas que iba sufriendo continuamente en cada saneamiento veterinario --que se realiza de forma ordinaria cada seis meses y cada dos si aparece algún animal infectado--, ahora ha vuelto a empezar, con el miedo en el cuerpo porque la situación no ha cambiado. "El problema empezó cuando declararon Monfragüe parque nacional, porque antes se daba algún caso de tuberculosis que otro, pero nunca tantos a la vez". Ahora, tras olvidar al centenar de reses que tuvo sacrificar, su explotación vuelve a retomar la actividad con 69 vacas y un precioso toro pirenaico. Ha vuelto a empezar de cero y "me voy a tirar un año sin producir terneros, pero de todas formas no hay garantías de poder continuar".

El ya ha enviado varios escritos a la Junta de Extremadura para que asuma los daños que están causando a los particulares ciervos y jabalíes, incluso se ha llegado a reunir junto a sus ganaderos lindantes, Fernando García y Miguel Cremades, que también ha tenido que sacrificar a sus cerca de 400 reses, con responsables de Explotaciones Agrarias, Medio Natural y de Monfragüe, sin respuesta efectiva hasta el momento.

En Pasarón de la Vera tiene otra explotación de menor tamaño en la que tan solo ha tenido que matar a una vaca con tuberculosis en 20 años, explica. Ante esta situación pide que asuman responsabilidades, paguen las indemnizaciones y controlen la densidad de especies cinegéticas.