Uno de los efectos más conocidos del consumo de alcohol, la disminución de la percepción del riesgo, se manifiesta de manera clara y alarmante en la Encuesta Escolar sobre Drogas. Así, mientras un altísimo porcentaje de jóvenes extremeños indica que una de las principales consecuencias negativas de la bebida es la posibilidad de sufrir accidentes, casi la quinta parte admite haberse puesto en esta situación.

De este modo, el 19% de los escolares que consumieron alcohol en el último año, en torno a diez mil personas, señalaron que, o bien habían conducido borrachos o bien habían sido pasajeros en vehículos cuyo conductor estaba bajo los efectos del alcohol.

Esta disgregación entre lo que objetivamente se considera un efecto negativo y el comportamiento o la sensación personal de que tal riesgo puede afectarle, se vuelve a demostrar cuando se interroga a los escolares sobre los problemas que les ha acarreado el consumo de alcohol.

Así, el percance a bordo de un automóvil desaparece de la relación, y se citan, en cambio, riñas con o sin agresión, discusiones con padres o hermanos, problemas de salud o económicos y dificultades en los estudios.

En cuanto al consumo en sí de bebidas alcohólicas, la encuesta señala que "está claramente generalizado entre los escolares", puesto que el 80% las ha consumido a lo largo del último año y dos tercios de los jóvenes extremeños han bebido en el último mes.

Otros aspectos relevantes en cuanto al perfil del joven consumidor de alcohol es que su bebida preferida es, con mucha diferencia, el cubata; que el consumo de focaliza en el fin de semana, y sobre todo se bebe en parques o en la calle, y que la tercera parte de los escolares admite haberse emborrachado en el último mes, con una frecuencia de 2,6 borracheras por mes. En cuanto a los motivos por los que se bebe hay pocas novedades: para divertirse, olvidar problemas, superar la timidez o simplemente por aburrimiento.