Alfonso Gallardo se ha decidido a hablar sobre la refinería. Después de siete años de anunciado el proyecto en la Asamblea de Extremadura; después de casi tres años y medio de presentado el expediente ante el Ministerio de Medio Ambiente para que emita la Declaración de Impacto Ambiental (DIA); después de que tres ministras socialistas (Cristina Narbona, Angeles Espinosa y Rosa Aguilar) hayan pasado sobre la misma como sobre ascuas para evitar pronunciarse; después de que el cuarto ministro competente, el popular Miguel Arias Cañete, se haya comprometido a que antes de fin de este mes su ministerio se pronunciará definitivamente sobre la idoneidad ambiental o no del proyecto, Alfonso Gallardo (Jerez de los Caballeros, 1933) se ha decidido a hablar. Hasta hoy ha llegado su silencio. Lo ha roto porque cree necesario decir que la refinería se aprobará "si la Junta quiere. Este proyecto está en manos del presidente Monago. Es un asunto político, no técnico. Si él quiere, en el ministerio sale adelante. Y yo confío en él".

Gallardo, que ayer mantuvo una conversación con los directores de los dos diarios regionales --a la vieja usanza: sin magnetófono y tomando notas, es decir, como Gabriel García Márquez decía que debía ejercerse el noble arte de la entrevista tuvo palabras entre ácidas y amargas hacia Guillermo Fernández Vara, de quien dijo textualmente que en sus cuatro años de gobierno "ha tenido pocos redaños" para defender el proyecto, y de admiración hacia Juan Carlos Rodríguez Ibarra, del que está convencido de que si hubiera seguido, la Refinería Balboa sería hoy una realidad. O habría dimitido.

Alfonso Gallardo parece respirar refinería: pone tal pasión en ella que lo más cierto es que haya hecho de este proyecto la ambición que corona su trayectoria. Le presupone tanta importancia social que asegura que el PSOE perdió la Junta por "no haber traído la refinería" le otorga tanta importancia económica que señala que "solo en impuestos la actividad de Balboa dejaría unos 2.500 millones de euros al año, la mitad del presupuesto regional"; tanta importancia para su propio grupo "que la DIA positiva sería un cheque en blanco para el resto de empresas"; y tanta importancia emocional para él que, sin que lo diga como amenaza sino como mero enunciado, Gallardo señala que si el ministerio, finalmente, rechaza el proyecto "sacaremos los cañones a la calle. Nos enfrentaremos con uñas y dientes y emplearemos hasta la última peseta en defender un proyecto técnicamente impecable".

Decisión política

Alfonso Gallardo nos recibe en las oficinas de la planta siderúrgica ampliada, cerca de Valuengo. Da los buenos días, pero en cuanto se acomoda en el extremo de la modesta mesa ovalada de su modesto despacho, apenas vestido con un ventilador de pie y la funcionarial sobriedad de los muebles Roneo, espeta: "Si quiere Monago, habrá refinería".

--¿Cómo es eso?

--Porque es una decisión política. El partido que gobierna Extremadura es hijo del que gobierna en Madrid. Si el hijo quiere sale adelante. Monago tiene que jugársela, y yo confío en que lo haga".

El dueño del grupo de empresas que es el buque insignia de la industria extremeña pondría de los nervios a los expertos de las escuelas de negocio porque sus análisis son directos, descarnados, sin la mínima concesión a la retórica. Para Gallardo no hay objeciones técnicas al proyecto "después de 50 millones de euros gastados en las mejores consultoras mundiales, en los mejores especialistas, en un proyecto que ha recibido felicitaciones, en privado, de los técnicos del ministerio. Entonces estamos ante una cuestión política. Y esa cuestión política estoy seguro de que si el presidente Monago quiere, la resuelve".

Tiene esperanzas Alfonso Gallardo en José Antonio Monago a pesar de que una de las primeras decisiones que tomó fue anunciar que la Junta se salía del accionariado de la refinería. Ese hecho, sin embargo, no es para el promotor muy importante porque entiende que lo hizo como concesión al grupo de Izquierda Unida, que apoyó su investidura. "Confío en Monago porque no entendería que un político, como están las cosas y con el paro creciendo, perdiera la oportunidad de traer para su tierra un proyecto que va a crear miles de empleos, y que solo en impuestos va a dejarle cada año en esta región unos 2.500 millones de euros, que es la mitad del Presupuesto regional. Oponerse a esto sería una locura".

"Una locura" en la que habría incurrido, aunque Gallardo no lo diga con estas palabras, Guillermo Fernández Vara por no haber logrado la refinería. Gallardo, lo cual constituye una sorpresa, no es complaciente con el expresidente. Y resume con una frase rotunda la actitud que ha mantenido durante sus cuatro años al frente del Gobierno regional en relación con esta industria: "Ha tenido pocos redaños". Le habría faltado el coraje político suficiente al anterior jefe del Ejecutivo autonómico a pesar de contar con el apoyo de José Luis Rodríguez Zapatero. "Zapatero dijo públicamente que apoyaba la refinería. Se encontró con el rechazo de sus ministras, pero se hubiera podido superar ese rechazo si desde Extremadura Vara hubiera presionado suficientemente". El resquemor hacia Fernández Vara se pone de manifiesto cuando afirma: "Creía antes a la gente del ministerio que a nosotros". Y rubrica ese resquemor al señalar: "Yo dudo de que el PSOE haya tenido voluntad de traer la refinería. Ha tenido tres años y medio para hacerlo y no lo ha hecho". Y es que hace más de un año, desde enero del 2011, que el ministerio dejó de pedirle documentación.

Elecciones perdidas

Esa falta de "redaños" de Fernández Vara habría tenido un decisivo coste político para el PSOE en las pasadas elecciones autonómicas y locales. Tanto que, según dice, "no haber traído la refinería ha hecho que los socialistas perdieran las elecciones en Extremadura. Perdieron las alcaldías nada menos que de Almendralejo, Zafra y Los Santos de Maimona, tres de las poblaciones que más se podían beneficiar con esa industria. Ahí estaban los votos que le hubieran dado la mayoría".

Dónde va a parar, según Gallardo, la actitud de Vara con la de Ibarra. Si hubiera seguido otro gallo habría cantado al proyecto. "A Ibarra no le habrían discutido los del ministerio. Si en lugar de Vara hubiera seguido Ibarra, la refinería sería una realidad. O hubiera dimitido", afirma.

--¿Y qué pasa si finalmente es favorable la DIA?

--Que en unos meses estamos empezando las obras,en cuanto la Junta nos diera la DIA integrada, que no podría tardar mucho.

--¿Pero tiene capacidad el grupo para liderar ese proyecto?

--No estamos en las mismas condiciones financieras que hace siete años, pero me da igual ser el último mono en el accionariado con tal de que esta industria se quede en Extremadura. Nuestros socios, entre los cuales está Shell como socio tecnológico, confían en el proyecto sin ninguna duda. Que nadie lo dude: a la Refinería Balboa no le faltarán inversores porque es un gran negocio. Aun con ella a pleno rendimiento, España necesitaría importar gasóleo porque las refinerías existentes no podrían abastecer el mercado nacional. Además, para nuestro grupo sería una bendición. Como un cheque en blanco. Es lo que nos dicen los bancos.