Los profesionales de la informática que hace 30 años pusieron en marcha los primeros cajeros automáticos difícilmente podían imaginar la cantidad de aplicaciones que se les iba a dar con el paso del tiempo. Lo que fue concebido en su origen como un mero dispensador de billetes, para mayor desahogo del funcionamiento de las sucursales, se ha convertido en un verdadero factótum al que se acude con la misma familiaridad con que se visita el supermercado.

Los cajeros han ido ampliando su radio de acción a medida que los adelantos tecnológicos lo han ido permitiendo. Aparte de la retirada de dinero en efectivo, que es su principal misión, hoy por hoy se pueden realizar en ellos operaciones como consultar el saldo o los movimientos de una cuenta, ordenar una transferencia o un traspaso, actualizar la libreta de ahorros y recargar la tarjeta de un móvil.

LO QUE VIENE

Todos estos servicios forman parte ya de la prehistoria de los cajeros si se tiene en cuenta la velocidad con que se están incorporando las nuevas funciones. Los aparatos más modernos disponen de medios para pagar recibos e impuestos, acceder a internet, efectuar operaciones de fondos de inversión o planes de pensiones, consultar información fiscal e ingresar dinero en efectivo o cheques.

Pese a esta completa oferta, la práctica totalidad de las operaciones que se realizan en los cajeros son retiradas de dinero o consulta de saldos y movimientos.