Alí Ismail Abbas debe sentirse muy desorientado. Rodeado de flashes, cámaras de televisión y con su tío Mohammed al-Sultani como única referencia personal, el niño de 12 años que el pasado 30 de marzo recibió el impacto de un misil norteamericano en su casa de Bagdad entró el miércoles en el Hospital Ibn Sina, de Kuwait, donde todos parecían esperarle. Inmediatamente, le inyectaron antibióticos, suero y sangre para frenar la infección que ya le recorría el cuerpo.

El Ibn Sina es un hospital de máximo nivel tecnológico y, según avanzó el doctor que observó los muñones en que se han convertido los brazos de Alí, y las profundas quemaduras que sufre sobre sus órganos centrales, el niño saldrá adelante. Ese mismo doctor, Imad al-Najjadah, hizo público el primer pronóstico del pequeño y enumeró la serie de intervenciones quirúrgicas que le esperan.

"Llegó con mucha suciedad bajo las vendas, las heridas tenían un aspecto desagradable --describió Najjadah--. Tiene quemaduras en un 35% del cuerpo, algunas tan profundas que le han atravesado el tejido muscular y han dejado insensibles las terminales nerviosas. Es posible que eso le haya permitido sobrevivir al dolor".

Raspada y extraída la costra endurecida que le cubría el abdomen y los órganos sexuales, desinfectado y limpio el resto del cuerpo y calmado el dolor, empezó a bajarle la fiebre. Posiblemente ayudado por algún sedante, Alí durmió en paz durante varias horas.

Su plan quirúrgico prevé cubrir la zona quemada y aún en carne viva con una capa de piel biosintética, "importada de Holanda", según Najjadah, que sustituirá temporalmente a la epidermis, y cortará el contacto del tejido muscular con el aire, y las posibles infecciones.

BRAZOS PARA TRABAJAR

Cuando baje la inflamación, dentro de unos 10 días, Alí volverá al quirófano --"si todo ha ido como esperamos",-- y los cirujanos intentarán injertarle piel de sus muslos o de la espalda sobre el tórax quemado. La recuperación puede prolongarse más de tres meses. Entonces, los médicos se plantearán qué tipo de prótesis artificial de antebrazos y manos es adecuada para un niño de 12 años que, desde que sufrió el bombardeo, no ha dejado clamar: "yo quiero volver a tener unos brazos para poder trabajar".

Pero el futuro de Alí Ismail Abbas depende más de la ayuda psicológica que reciba que de sus nuevos brazos, opina el psiquiatra infantil Julián Monguí Olaya, del Hospital de San Juan de Dios (Barcelona). "Lo que queda por resolver en su cabeza es lo más urgente --afirma Monguí--. Este niño necesita que lo ayuden a aceptar no sólo que no tiene brazos, sino que ha perdido a su madre, a su padre y a seis familiares más en un ataque en el que él es el único que ha salido con vida".

Son demasiados duelos, añade. "Pero todo depende de su fortaleza personal, que siempre es un misterio". Alí también va a necesitar serenidad para contrarrestar la invasión mediática que, no obstante, le ha salvado la vida, afirma el psiquiatra. El cúmulo de sufrimientos que han caído sobre el pequeño lo han convertido ya en el símbolo de la hecatombe humana que ha supuesto la guerra de Irak.

"Algo que indudablemente va a sentir Alí es mucha rabia, y un fuerte sentimiento de impotencia cada vez que recuerde que fue testigo de cómo le arrebataban todo su mundo en un día," añadió.

DURA REHABILITACION

El cirujano pediátrico Vicen§ Martínez Ibáñez, del Hospital Vall d´Hebron, considera que la rehabilitación de Alí será muy dura. "Si nos lo traen a Barcelona, estaremos encantados de hacer por él todo lo que sea posible --apunta, de antemano--. Aceptar que él continúa vivo y que los demás ya no existen, verse distinto en el espejo, y soportar el dolor, que debe ser muy fuerte, son demasiados frentes para una sola persona".

Aún es pronto para saber qué será de este niño, y de los cientos que están como él en su destruido país. Lo más probable, es que entre la confusión y la desorientación en que se encuentra la cabeza de Alí sobresalgan dos preguntas: "¿Quién me va a dar de comer ahora? ¿Qué voy a hacer solo y sin brazos?".