A los tres años ya vivía pegada a los lápices de colores y los cuadernos. Su madre era su inspiración. La dejaba todas las noches pintando en el salón y cada mañana, al despertar, corría emocionada a admirar cómo había crecido aquel cuadro al óleo durante sus horas de sueño. Ahora ella, Alicia Aradilla (Badajoz, 29 años), utiliza acuarelas. Acuarelas que recorren cada uno de sus pasos en un viaje por el mundo que comenzó hace ya diez meses y que ya le ha llevado por quince países.

En su vuelta por medio planeta le acompañan su pareja, Sergio, sus pinturas y sus pinceles. Y ya lleva once cuadernos y más de 500 dibujos. «A los dos siempre nos ha gustado viajar, las vacaciones de verano se nos quedaban cortas. Necesitábamos conocer otros países lejos de esos 15 días frenéticos en los que quieres abarcar mucho en poco tiempo. Queríamos disfrutar de la verdadera experiencia de viajar sin prisas, dibujando, fotografiando, haciendo lo que más nos gusta, así que estuvimos ahorrando varios años para hacer realidad este proyecto y hasta la fecha es una de las mejores cosas que hemos hecho en la vida», cuenta esta extremeña de Fregenal de la Sierra.

CHINA Dibujo a orillas del río en la ciudad china de Fenghuang.

Sus pinturas son la inspiración de viajeros y artistas. Cuelga fotos de sus ilustraciones en las redes sociales y tiene miles de seguidores. Más de 36.000 solo en Instagram. «Antes de empezar este viaje colgaba mis dibujos en las redes y poco a poco veía cómo la gente se interesaba por ello. Pero ahora un viaje como este me ha dado la oportunidad de llegar a muchas más personas de diferentes países. No esperaba tanta repercusión, sin duda ha superado mis expectativas y estoy muy contenta».

RUSIA Apuntes sobre el viaje en los trenes rusos durante la ruta del Transiberiano.

Fue en un escapada a Marruecos, hace años, donde comenzó a dibujar sus viajes. «Siempre he llevado un cuaderno conmigo durante las vacaciones, tomaba notas a modo de diario y de vez en cuando añadía un pequeño dibujo a bolígrafo. Poco a poco esos dibujos empezaron a cobrar protagonismo hasta que en Marruecos decidí lanzarme a poner color y comprar una caja de acuarelas», relata. Sin embargo, aquella idea no resultó como esperaba. «La experiencia de dibujar en la calle no tenía nada que ver con la de hacerlo en casa, me frustré y hasta dos años después no volví a intentarlo. Esta segunda vez aprendí a tener paciencia conmigo misma, a no rendirme y a valorar más el proceso de pintar viajando que el resultado en sí mismo». Y así, con paciencia y entre cuadernos y colores ha recorrido ya, sin prisas, una quincena de países: Irán, Rusia, Mongolia, China, Tailandia, Malasia, Japón, Myanmar, Vietnam, Laos, Camboya, Filipinas, Indonesia y India, donde se encuentra en estos momentos. Y todavía quedan dos meses de ruta por delante cuyos destinos están aún por decidir. En todos esos lugares hay paisajes, monumentos, personas o momentos que le transmiten algo especial y le impulsan a abrir el cuaderno, mojar el pincel y sentarse a reproducir lo que observa. «Decidir lo que voy a dibujar depende de varios factores, pero lo que está claro es que el lugar me tiene que contar una historia. La iluminación es otro elemento muy importante, busco paisajes que tengan un buen juego de luces y sombras», explica. Luego está buscar un sitio más o menos cómodo para pasar allí al menos 45 minutos dibujando. ¿Y cuál es el mejor momento? «Me gusta mucho dibujar a primera hora de la mañana, en los países que he visitado coincidía también con las horas de menos calor y cuando pintas al aire libre es algo que también tienes que tener en cuenta. Además, es cuando la vida empieza a despertar y puedes observar la rutina diaria de los habitantes de una ciudad como una película que pasa delante de ti».

LAOS Reflejando en el cuaderno el turquesa de las cataratas Kuang Si en Luang Prabang.

En muchas ocasiones es ella incluso la observada y la fotografiada. Alicia y sus dibujos se convierten en parte de la escena cotidiana para los propios lugareños. «Les sorprende ver cómo alguien ha cambiado la cámara de fotos por el cuaderno y las acuarelas. Se sienten curiosos, les gusta quedarse a ver el proceso, hacen preguntas y quieren que les enseñe más dibujos. Los niños son los más divertidos y en alguna ocasión hasta han sacado sus propias pinturas, se han sentado a mi lado y han empezado a dibujar conmigo», señala. Con más de 500 dibujos, para la joven extremeña es difícil elegir. «Cada país tiene algo especial y cada ilustración cuenta una historia. Los campos de arroz de Bali quitan el aliento, recuerdo cómo gasté rápidamente el color verde de mi acuarela durante las semanas que estuve allí. Los templos dorados de Myanmar y los saludos risueños de los niños, que me acompañaban en cada dibujo. No me olvido tampoco de Irán y la amabilidad de su gente o la grandeza de los paisajes de China».

Sin duda, una experiencia que Alicia no olvidará jamás y su diario de viaje es el mejor recuerdo que puede traerse de vuelta a Madrid, donde reside. Allí se trasladó cuando, tras unos meses estudiando Medicina en Badajoz, decidió cambiar de rumbo y aceptar su verdadera vocación. Lo dejó todo y se marchó a la capital a estudiar Bellas Artes, algo que le ha hecho muy feliz. Y allí, en Madrid, donde antes de comenzar esta aventura trabajaba como ilustradora y diseñadora gráfica para Samsung, volverá a instalarse cuando termine ese año de viaje por el mundo. Reconoce que le costó dejar el trabajo, su casa y su familia en Extremadura -«sobre todo a mi hermano pequeño de 11 años que no para de crecer»- ­para embarcarse hace diez meses rumbo a cumplir su sueño: pintar el mundo de acuarelas.