La Habana amaneció ayer como en toque de queda o, más bien, en un estado de recogimiento ante la noticia de la muerte de Fidel Castro, que no por esperada fue menos impactante. La gente caminaba por las calles ensimismada, algo inusual para los cubanos, y menos en un sábado. Pero según fueron pasando las horas, también se fue notando un cierto regreso a la normalidad.

Tras la alocución a medianoche (madrugada en España) de Raúl Castro, los teléfonos comenzaron a sonar en las casas. «¿Te enteraste?» «¿Sabes la noticia?» «El hombre murió». Así una y otra vez, igual, con la misma información difundiéndose por los correos electrónicos y la gente hablándose de balcón en balcón.

«Una gran figura»

Pesar y admiración son los dos sentimientos expresados por muchos de los cubanos, un 80% de los cuales no ha conocido a otro dirigente que a Fidel Castro. Así, Raúl Valdespino, de 70 años, manifestaba a la agencia Efe que Castro fue «un líder indiscutible desaparecido físicamente, pero un estadista que vivirá eternamente en el pensamiento de hombres con decoro y dignos en Cuba y cualquier otro país».

Yarelis Hermida, estudiante universitaria de 22 años, opinaba que Fidel Castro «va a ser siempre una gran figura y un paradigma, no solo para los jóvenes cubanos, sino para todo el mundo». Otro joven, Marcel Fleites, consideró también que «el hermano va a mantener el legado», pero no se abstuvo de opinar que «la Revolución cubana necesita un cambio que va a demorar un buen tiempo».

Banderas a media asta

En la plaza de la Revolución, ya de madrugada y en absoluto silencio, se empezaron a desmontar los altavoces y a desmantelar las gradas que se estaban terminando de instalar para el gran desfile militar por el 60º aniversario del desembarco del yate Granma, capitaneado por Fidel, para iniciar la insurrección armada contra Fulgencio Batista. El acto conmemorativo estaba previsto para el 2 de diciembre, que también es la fecha del nacimiento del Ejército Rebelde, y ahora en su lugar habrá la despedida del comandante Castro, el domingo día 4.

En esa misma plaza, donde Fidel pronunció muchos de sus más memorables discursos, las banderas nacionales ondeaban ya a media asta mientras seguía el tráfico de turistas en coches estadounidenses clásicos, la mayoría de ellos descapotables, ante la mirada fija de motoristas de la policía que iban congregándose en el lugar.

Las banderas cubanas también empezaron a aparecer en las entradas de las casas particulares y en los balcones de aquellos que quieren así rendir tributo al que consideraban su líder. Los mercadillos callejeros se pusieron en marcha, pero con menos personas y ofertas de las acostumbradas.

El despertar en los terrenos de la Ciudad Deportiva, donde los muchachos juegan al fútbol, fue lento. Pero la vida no se detuvo y a media mañana, los campos ya estaban repletos de jóvenes corriendo de un lado hacia otro detrás del balón, como es habitual.

La noticia cogió por sorpresa también al diario Granma, el principal del país. La noticia del fallecimiento del Fidel solo aparecía ayer en la edición on line y se limitaba a las pocas líneas leídas por el general Raúl Castro. Tras las palabras del presidente Castro, la televisión continuó su transmisión normal, pero a partir de las seis de la mañana (mediodía de ayer en España) se centró de forma exclusiva en Fidel, con reportajes de su vida y entrevistas a personalidades cubanas de todos los ámbitos. Las imágenes televisivas más repetidas fueron ayer las de un Fidel sonriente con su traje verde oliva de comandante en jefe y las del estadista pensativo con la frase de fondo «Hasta la victoria siempre».