Al hombre que ayer España entera entronizó como el nuevo Dios, no le salían las palabras. Apenas había pasado una hora de su gol en el Soccer City de Johannesburgo. Del gol que ha metido a Andrés Iniesta Luján (Fuentealbilla, Albacete, 11-5-1984) en la eternidad. Hablaba con tono pausado, mientras sostenía con firmeza en su mano derecha un vaso de plástico. Dentro iba uno de los grandes tesoros. Dentro iba un trozo de hierba del estadio donde Iniesta derrotó a Holanda con un gol sublime y colocó a España en los cielos, convertida en la octava maravilla del fútbol mundial.

--Explique el gol, por favor

--¡Uff! Ha sido algo increíble. Cesc me da la pelota y yo la controlo. En el momento en que la paro, sé que va a entrar. Estaba convencidísimo.

--¿Por qué?

--Porque le di con toda mi alma. Porque tenía que entrar. Porque el fútbol nos debía algo así. Porque era justo que ganáramos el Mundial.

--Como en Stamford Bridge cuando llevó al Barça hasta la final de Roma para conseguir luego los seis títulos en un año perfecto...

--Cada gol tiene su momento. Cada gol tiene su importancia. Por eso hay que sentirse tremendamente orgulloso tanto del gol de Stamford Bridge como de éste.

--Pero éste no tiene comparación posible, ¿no cree?

--Claro. Estábamos en la prórroga de una final del Mundial. Quedaban solo cuatro minutos para acabar, el partido había sido durísimo, teníamos que aprovechar esta oportunidad que nos habíamos ganado con nuestro buen juego. No podíamos perder esta final, eso no.

--En todas esas cosas pensó mientras controlaba la pelota en el área de Holanda, ¿le dio tiempo a todo?

--Solo pensaba en que entrara la pelota. Nada más. Lo único que sabía es que la pelota iba a entrar. No tuve ninguna duda. Tenía que entrar.

--¿Qué pensó cuando vio la pelota tocar la red?

--Ni sé lo que me pasó por la cabeza en ese momento. Me puse a correr sin saber dónde iba realmente.

--Como en Londres

--Sí, es verdad. Casi es la misma celebración, corría lleno de felicidad. Era una sensación de placer infinito, como si fuera algo inalcanzable. No sabría explicar tanta felicidad.

--En Johannesburgo, sin embargo, todo fue igual. Pero también distinto. Su carrera hacia el córner, con la camiseta en su mano izquierda (en Londres la llevaba en la derecha) y un mensaje de recuerdo hacia Jarque que conmovió al mundo.

--Se lo debía. No había tenido la oportunidad de rendirle homenaje en el fútbol. Se lo merecía. Quería compartir toda esa felicidad con él, con sus familiares, con su gente, con todos. Por eso, antes de empezar el partido, me puse esa camiseta.

--Y marcó.

--Sí, es un sueño hecho realidad. Cuando eres un niño imaginas muchas cosas, sueñas de todo y con todo, pero lo que no puedes pensar nunca es que marcarás un gol en la final del Mundial, a solo cuatro minutos de que acabe la prórroga. Es algo espectacular, increíble. La leyenda aún sigue creciendo más.

--Al acabar el partido, se puso a llorar sobre el césped, mientras el país lo transformaba en un héroe. ¿Qué pensaba en esos instantes?

--Se me vino todo a la cabeza. De golpe desfilaron todas las imágenes de este año tan malo que he tenido. Las lesiones, otros problemas. Todo se amontonó. Tantas y tantas cosas malas que me habían pasado esta temporada, pero al final el fútbol te devuelve todo. Te lo devuelve si trabajas, si crees, si sientes este juego, si vives para él.

--La final fue un ejemplo, ¿no cree?

--Sin duda. Fue un partido duro.

--Solo hay que mirar su pierna derecha. Tiene cuatro morados en los gemelos, la marca de una patada en la rodilla y otra más en la otra rodilla.

--Holanda no nos quiso dejar jugar, pero creo que al final el fútbol fue también justo con España. No solo somos los campeones del mundo sino que nos hemos ganado el respeto de todos con nuestro estilo, nuestra identidad y nuestro comportamiento. La gente debe sentirse orgullosa de todas esas cosas.

--¿Sueña con el Balón de Oro?

--No, no, no... Lo importante era ganar el Mundial y ya lo hemos hecho. Lo demás me da igual. Solo queríamos este título y dar felicidad a la gente.

--¿Y después del Mundial, qué?

--Cuando se inicie la nueva temporada habrá otros retos. Un jugador nunca se conforma. Siempre quiere ganar más, Ojalá esto sea un trampolín para un futuro mejor. Es algo increíble, esperamos que esto no pare. La gente debe disfrutarlo todo el verano y luego ya se verá qué pasa.