Aunque le entristece profundamente, a Angel Bello la noticia del accidente de tráfico en el que ayer fallecieron dos obreros extremeños que iban camino de su trabajo en Madrid, no le sorprende. "Casi todas las semanas veíamos algún accidente, ya fuera en la autovía o en las proximidades de Madrid (M-30, M-40...)", recuerda.

Durante varios años, Angel recorrió semanalmente el camino que une la capital con su pueblo, Arroyo de la Luz, donde aprendió una de las profesiones con mayor tradición en la zona, la de encofrador. Desde esta localidad, se trasladó a las obras madrileñas en busca de una mayor rentabilidad en su trabajo. "Este empleo te permite ahorrar para una casa y otros gastos", comentaba entonces a este diario.

Tras haberse casado y regresar a su localidad natal, de aquellos viajes, este joven arroyano evoca en primer lugar los madrugones: "Salíamos a las cuatro de la mañana". Pero también la sensación de peligro que implicaban los viajes. Y no solo para él, sino también para su familia, a los que tenía que avisar "en cuanto llegaba".

De hecho, Angel llegó incluso a sentir de cerca la tragedia que conllevan los accidentes de tráfico, protagonizada en ese caso por uno de sus compañeros. "Gracias a Dios, solo se partió una pierna. Pero el susto fue terrible", comenta.

Por ello, lamenta enormemente el siniestro en el que ayer fallecieron dos extremeños, "encima que iban a trabajar", apostilla.