Hora de la siesta en el pueblo más pequeño de Extremadura. Sol caliente de primavera en El Carrascalejo y tres pinceladas para ambientar: la polvorienta Vía de la Plata, que se pierde entre las encinas camino de Aljucén, la cigüeña, que crotora en la espadaña de la iglesia, y Cipriano, que camina cansino por la calle General Mola.

¿A quién votará Cipriano? "Pues al que está actuando. ¿A quién voy a votar si no?". Cipriano es de El Carrascalejo de toda la vida y vota al de siempre: al mismo alcalde que eligen los vecinos del pueblo desde 1991. El de siempre es Antillano para los amigos y José Antillano Palencia para la Junta Electoral.

A Antillano se le vota en El Carrascalejo porque actúa, porque es del pueblo y porque tiene circunstancia, es decir: todo el mundo sabe que se presenta como independiente, que tiene 59 años, que trabaja con las máquinas de la Diputación, que de cinco a seis de la tarde recibe en el ayuntamiento y que, como él dice, no es político, político .

Con José Antillano compiten otros dos aspirantes que ni son del pueblo, ni actúan ni tienen circunstancia. Bueno, uno sí la tiene: es Paco Núñez, el candidato del PP, que fue secretario personal del alcalde Acedo en Mérida y tuvo que dejarlo por sabe Dios qué cosas. Del otro, el del PSOE, se sabe que se llama Diego porque así lo pone en la papeleta, pero en el pueblo dudan si es una entelequia o es de carne y hueso.

CHATOS Y CHORIZOS

Con estos antecedentes es lógico que Antillano se tome la cosa electoral con filosofía y, siendo ya las cinco de la tarde, aún no haya votado y prefiera seguir charlando entre chatos y tapas de chorizo en el bar del Teleclub.

En realidad, media población varonil de El Carrascalejo ha aprovechado que hay elecciones y que todo anda en casa un poco manga por hombro para juntar la hora del tapeo con la de la merienda. Otros, como María Teresa Grajo, han madrugado y han votado temprano. Ella dice que para que no la saquen en la televisión, que no le gusta.

Aunque también puede ser porque, ¡qué demonios!, le hace ilusión que su hija sea presidenta de mesa. La hija vive en Sevilla, se llama como ella y salió tan lista que es ingeniero topógrafo. Cada fin de semana regresa con su novio a El Carrascalejo... Como casi todos.

El pueblo tiene 75 habitantes según el censo. Uno de ellos es Abraham, un niño. El resto, votantes mayores de edad. Pero cuando cae la noche del domingo, en el pueblo quedan 16 personas y el coche de Cipriano. El resto de la población se traslada a Mérida o a Badajoz. Algunos, como Ernesto Mosquera, se van más lejos: a Málaga, desde donde ha venido para votar.

Paseando por El Carrascalejo en la tarde del domingo se pueden contar 42 casas, 39 coches, tres calles, el ayuntamiento, el consultorio, el teleclub, la iglesia, la fábrica de carpetas y pare usted de contar. Pero aunque sea chico, los fines de semana el pueblo se llena de vida.

Los caballeros de El Carrascalejo votan de dos a tres de la tarde y luego arreglan el mundo en el teleclub. Las señoras echan la papeleta a eso de las doce y media y luego arreglan el espíritu en misa de una, que la dice don Gabriel. Por eso, a la hora de la siesta ya han votado 54 electores, casi todo el censo.

Teresa, la presidenta de mesa, y sus vocales, Inma, que tiene 24 años y estudia un módulo de Informática en Badajoz, e Hipólito, que es agente comercial en Mérida, se aburren un poco. "Si al menos hubiéramos traído un transistor para saber cómo van el Badajoz y la Real Sociedad", se lamentan. De vez en cuando llega la pareja de la Guardia Civil, que son simpáticos y dicharacheros, y el colegio electoral se anima.

Los guardias están destinados en el puesto de Arroyo San Serván y andan desde las siete y media de la mañana de la ceca a la Meca. O sea, de Aljucén a El Carrascalejo y viceversa. En el pueblo los aprecian y Lali, una vecina, les ha prometido prepararles dos huevos camperos fritos.

Los cinco pueblos menos poblados de Extremadura son Capilla y Reina en Badajoz, con 212 y 215 habitantes respectivamente, y Casas de don Antonio, con 218, Botija, con 164 y Benquerencia, con 118, en Cáceres. Todos ellos eligen a cinco concejales.

El único que tiene concejo abierto, es decir, donde sólo se elige al alcalde y el resto del pueblo puede asistir a los plenos y votar es El Carrascalejo, donde a las 20.15 horas ya se sabía que Antillano y su circunstancia ganaban con 56 votos. Floriano vencía a Ibarra por 31 a 30. Los demás, ni votos ni circunstancia. Es lo que dice Cipriano: "En los pueblos, cada uno vota al que quiere y yo, al que actúa".