Raúl Díez explicó que la precipitación en la aplicación de restricciones para cumplir con Kioto, derivada de la transposición de una directiva de la UE, puede generar diferencias con terceros países que se convertirían en más atractivos para invertir.

Así, señaló que la posibilidad de que haya que comprar derechos de emisión para la nueva siderúrgica, y la falta de garantías reales de que serán gratis, ha llevado a replantearse si esta opción interesa, o hay que revisar incluso la ubicación del proyecto en un país que no esté sujeto a la restricción.

Una opción muy atractiva sería Marruecos, porque el coste del transporte es asumible. La cuestión es, según Díez, que el problema es global, y si se favorece la fuga de proyectos hacia países menos exigentes en cuento al uso eficiente de la energía, la contaminación general aumentaría en vez de disminuir.

Por ello, apuntó que, para fijar las industrias y no agravar el problema, habría que optar por medidas como la obligación de que el protocolo de Kioto se implante al mismo tiempo en todo el mundo, o gravar con fuertes aranceles la importación de productos de los países que no lo cumplan, para asegurar la competitividad.